lunes, 30 de julio de 2012

PUNTOS SUSPENSIVOS, PUNTO FINAL Y DEFUNDAMENTACIÓN...

"Sólo en la caída se cumplen las presencias" A. A. B.


Por Armando Almánzar-Botello

El punto (.) da testimonio, en el discurso, de un "final finalizado". Forma parte de una metafísica teleológica (finalitaria) de la Presencia: Si algo comienza "debe" terminar...

El punto es parte de la lógica identitaria y predicativa de la significación asegurada y aseguradora. El punto es, desde la perspectiva de la metafísica platónico-euclidiana del cierre, una instancia "tópica", de localización precisa. 

Los griegos hablaron de un instante atopon, sin lugar fijo, y de un punto inmóvil, simplicidad de pura presencia, que vendría a remansar la turbulencia paradójica del primero.

La ausencia de punto final (.), y la inscripción de puntos suspensivos (...), manifiestan una defundamentación: pérdida de los fundamentos: arkhé: origen, y telos: fin.

Esta ausencia de cimientos podría ser expresión del estado del hombre postmoderno: consciencia de lo arbitrario y/o convencional del Contrato Social que puntúa y regula el texto societal. 

La posibilidad de "esencializar" ciertos contenidos o estructuras es ahora meramente estratégica... Destrezas de la rata campestre para garantizar su acceso a la madriguera y a la recámara de los alimentos…

Ausencia de punto final: finitud ilimitada... Vacilación del sentido... Apertura problemática —para el sujeto de la lecto/escritura— del espacio propicio para la decisión de cierre como inyunción o mandato ético de afirmar el proceso significante eligiendo entre posibles… Desde luego, sobre el "telón de fondo" de lo imposible inasimilable y traumático…

Frente a la "infinitud limitada" que caracterizó al modelo clásico del Universo Newtoniano y a la Lingüística de las Significaciones Intencionales y Totalizantes, surge esta "finitud ilimitada" expansionada por la energía oscura del Vacío. Vacío de Materia en la física cosmológica más reciente y Vacío de Significado Trascendental. Expresión del sinsentido a descubrir como posibilidad y exceso de sentido...

Ya no podemos servirnos de los "prestigios" estabilizantes de la Ley del Padre como factor de puntuación y metáfora del arraigo permanente en el discurso como vínculo social. 


En nuestros días postmodernos y oportunistas, el Padre resulta ser alguien cuya irrisoria pero inevitable eficacia como semblante consiste en enseñarnos a vivir prescindiendo de él... Busca la rata su particular suplencia del nombre-del-padre en los ámbitos de la Burocracia o en el Mercado más abyecto.

La escritura sin punto final se abre a una diseminación deconstructiva que arrastra al sujeto fractalizado hacia la indeterminación del Acontecimiento. Advenimiento riesgoso de lo imprevisible, de lo no-programable...

Ello suprime la posibilidad o voluntad de "tener" una última palabra. Lo que no impide pensar, argumentar y legitimar la posibilidad o necesidad de que haya hiatos decisivos o cortes parciales…



31 de octubre de 2009

© Armando Almánzar Botello
Santo Domingo, República Dominicana.


ADENDA. Enero, 2014

NOTITAS

1

«Comiencen por creer que no comprenden. Partan de la idea del malentendido radical, fundamental... El momento en que han comprendido, en que se han precipitado a tapar el caso con una "comprensión", [supuesta empatía auto-resonante] siempre es el momento en que han dejado pasar la "interpretación" que convenía hacer o no hacer para alcanzar la verdad en fuga.» Jacques Lacan, Seminario III. “Las psicosis

He aquí un deslinde que hace el mismo Lacan entre “comprensión”, como ilusión imaginaria de “conocimiento” del "objeto", por un lado, e “interpretación”, por el otro, a entender como aproximación asintótica a cierta “verdad” que, a su vez , aspira a lo Real, pero sin pretensiones de agotarlo, como intenta, por la naturaleza misma de su estructura interna, el Discurso canónico de la Ciencia.

"Demostrar", para Lacan, en el contexto de una tradición filosófica que él mismo problematiza con su pensamiento, implica efectuar un proceso de abstracción, contrastación y subsunción que permitiría probar o conferir legitimidad a una cierta correspondencia o adecuación lógica, sin resto, entre un determinado objeto de estudio y los conceptos, funciones y matemas que de ese objeto se podrían formar en el ámbito de un discurso predicativo asumido por la instancia que Lacan denomina "Sujet supposé savoir": Sujeto supuesto al saber.

La vocación o aspiración final de la “demostración” es el cierre lógico-smbólico, si es posible "matemático", del proceso de conocimiento, con una eliminación de los factores intuitivos e imaginarios.

En este sentido, el llamado Discurso de la Ciencia permitiría DEMOSTRAR la existencia de leyes y/o procesos que operan en el ámbito de la llamada realidad objetiva.

La demostración científica apunta a una cierta certeza apodíctica, a cierta homogeneización y estandarización.

Como para Lacan no hay otra certeza que la “angustia”, ligada a la percepción por el sujeto de su propia “falta-de-ser” (manque à être), el último pensamiento de Lacan no permite instaurar intuiciones autoconvalidantes ni argumentaciones que conduzcan al establecimiento de certezas apodícticas cognitivo-instrumentales.

Sin dejar de reconocer el valor “mostrativo” y revelador del psicoanálisis y sin abandonar la defensa de cierta coherencia lógica interna de su propio campo, apoyada en la experiencia clínica, Lacan considera que dicha disciplina no es una ciencia en el sentido convencional de esta categoría —no pretende "demostrar" eliminando la complejidad del sujeto—-, sino que constituye más bien (y así lo pensaba también el filósofo Jacques Derrida) un saber crítico y problematizante que marca los límites de la misma ciencia en tanto que “ideología de la supresión del sujeto”.

La ciencia hace un uso excluyente-forclusivo de la demostración. Para fundamentar la coherencia de su campo, debe tapar la opacidad del sujeto (cosa que ya se va tornando muy problemática en el campo de la microfísica y los fenómenos cuánticos, tal como señalan varios pensadores epistemólogos y científicos).

Para el último Lacan, el psicoanálisis, más que “demostrar” científicamente, muestra, revela y crea el espacio conceptual y crítico propicio para desmontar los límites del cientificismo implícito en el intento de reducirlo todo a la demostración lógico-discursiva, abstracta, cognitivo-instrumental.

De ahí la componente de “poetizar” que va unida en el discurso lacaniano a la claridad de los procesos lógicos expositivos. El lacanismo trabaja con las lógicas para-consistentes e inconsistentes en su intento de tornar posible la transmisión de su experiencia, formalizándola parcialmente, pero su voluntad crítica es muy parecida a la del filósofo Martin Heidegger, quien con su afirmación de que "la ciencia no piensa" constituye una importante referencia para Lacan sobre este tema específico y sobre otras cuestiones ligadas a la problemática del pensar.

El psicoanálisis es un saber que, apoyado en la experiencia clínica, corroe los límites mismos de un pensamiento calculador que forcluye o rechaza lo imprevisible y lo singular de la “subjetividad-corporalidad”; de esa dimensión problemática e irreductible a la fórmula como simple transparencia; de aquello que opera como subjetividad y que no puede ser convertido en simple objeto de cálculo, mensura y programación.

No hay que olvidar el uso “metafórico” que realizó Lacan de la lingüística, la topología, la antropología, la economía: un uso orientado a lograr ciertos niveles de formalización y coherencia, pero no a conferir al psicoanálisis el estatuto duro de ciencia. Por eso, Lacan hablaba, por ejemplo, de “topologería” (topologerie) y no de topología

Contra la “demostración”, entendida como búsqueda programática de la certeza y de la absoluta cognoscibilidad, transparencia, calculabilidad y simbolización totalizante de la realidad con miras a incrementar la eficiencia y a maximizar los beneficios de la economía, el psicoanálisis, sin convertirse en una mística ni mucho menos en una religión dogmática, erige la valoración de lo “Real incoercible” que se resiste al absolutismo del Discurso de las Tecnociencias, cuando éstas manifiestan su alianza con los criterios de eficacia, rendimiento y previsión colindantes con la “Lógica de los Mercados”, como denomina Néstor A. Braunstein a cierta modalidad postmoderna del Discurso del Amo.


© Armando Almánzar-Botello.
Santo Domingo, República Dominicana.

2

Real, sinthome… Rorty... out!

"No hay propiamente saber en lo Real, sino cavilación del sujeto supuesto al saber sobre un Real. Mas lo Real persiste como sinthome, más allá del Sinn (sentido: Husserl) y de la Bedeutung-Intention (intención significativa, querer-decir: Husserl). De ahí que la verdad como ficción y la travesía del semblante como acotación del goce, apunten siempre a él sin agotarlo. No todo se queda en las palabras. Por ser también el inconsciente de lalangue algo real: ¡No hay relación sexual!"

En este párrafo anterior de inspiración lacaniana, amparado además en Duns Scoto con su idea de las 'singularidades-acontecimientos', se podría constatar, si meditamos lo suficiente, la proximidad entre Charles Sanders Peirce y Jacques Lacan: realismos anti-relativistas que dicen ¡no! a la banalidad postmoderna de cierto nominalismo lúdico, psicologista, 'existencializante', irresponsable y cognitivamente impotente. Aquí, Rorty... out!


© Armando Almánzar-Botello. 
Santo Domingo, República Dominicana.

3

Dice Jacques Lacan: “Otra estructura es el saber que, tanto posible cuanto imposible, lo real cierne. Es mi fórmula como se sabe. De tal modo lo REAL se diferencia de la REALIDAD. Y no es para decir que sea incognoscible, sino que no se trata de entender de algo, sino de demostrarlo. Vía excenta de toda idealización.” (Jacques Lacan. Radiophonie. Scilicet 2/3. Editions du Seuil. Paris, 1970. Traducción de Oscar Masotta y Orlando Gimeno-Grendi. “Psicoanálisis. Radiofonía y Televisión.” Editorial Anagrama, Barcelona, 1977).

La categoría de “lo real” en Jacques Lacan resulta diacrónicamente polimorfa, polivalente. En esta particular mención de lo real que transcribo en el párrafo anterior de esta nota, Lacan se refiere concretamente a un real susceptible de cálculo, que coincide aquí con la posibilidad de matematización y demostración: el real de la ciencia... La "realidad" se ve pero no se demuestra; este "real" no se ve pero se puede despejar mediante cálculo…

No obstante, el pensamiento lacaniano más radical, ése donde funciona la categoría de lo Real en su modo más singular y determinante, se pone de manifiesto cuando concibe lo Real como Imposible, como “aquello” no susceptible de formalización lógica o simbólica: “Vacío” destotalizante, como bien glosa Slavoj Žižek; hiancia que vendría siempre a exceder, en su calidad de resto, en tanto que falla y fisura inasimilables, los intentos de totalización simbólica.

La llamada “realidad” y la “naturaleza” misma están construidas por lo que Lacan denomina “semblantes” (semblants): modalidades de regulación y aproximación a la significación que pueden, en mayor o menor grado, insinuar el contorno de lo no programable, de lo no simbolizable, de lo disyuntivo tajante. Lo Real lacaniano no es agotable por el cálculo científico ni por los protocolos de la imagen que pretenden obturar la falta-de-ser, la “manque à être” y la opacidad irreductible del sujeto. Lo Real, para Lacan, excede tanto a la Realidad como a la Weltanschauung y al denominado Zeitgeist.


© Armando Almánzar-Botello.
Santo Domingo, República Dominicana.


Pulsión de vida y pulsión de muerte

Podríamos decir, en el contexto teórico lacaniano, que Pulsión de Vida y Pulsión de Muerte son dos facetas antagónicas y complementarias de toda Pulsión. La Libido es, simultáneamente, vida y muerte. La sexualidad siempre implica el horizonte de la muerte. Cuando la pulsión funciona en el Marco de la Homeostasis y el Principio del Placer, podría considerarse como pulsión de vida; cuando se manifiesta Más allá del Principio del Placer, se concibe como pulsión de muerte. Eros y Tánatos o Thanatos (categoría esta última que no utilizó nunca el mismo Freud como sinónimo de pulsión de muerte) son dos vertientes inseparables de la "energía" pulsional. Lacan consideraba que toda pulsión es de muerte. Sustituyó, además, el Modelo Freudiano del Goce como Descarga Pulsional que conduce al cero “0” de lo inerte o inanimado (Principio del Nirvana), por el Paradigma del Goce como Incremento de Tensión Más allá del Principio del Placer freudiano.» Armando Almánzar-Botello. "Introducción a la lectura de Jacques Lacan". (Fragmento).


© Armando Almánzar-Botello.
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5

Vértigo, Desamparo, Angustia

El pensamiento de Eugenio Trías concede a la categoría de “Vértigo” una cierta precedencia ontológica con respecto al concepto heideggeriano y sartreano de “Angustia”. El gran filósofo español piensa la experiencia del vértigo y el vacío como algo más originario, más radical y “di-solvente” que la misma experiencia de la angustia. “Vértigo por la amenaza de la nada y de la locura”, dice. 

A mi entender, Trías sitúa la experiencia del vértigo, del vacío y de lo abismal —ligada a sus ideas sobre la primordial suspensión del sujeto fronterizo entre el círculo del aparecer y el círculo hermético—, como algo próximo a la experiencia del "Hilflosigkeit" heideggeriano, entendido como desamparo radical, abisal, de cuya experiencia nos defendemos por medio de la angustia como retracción del ser ante el vacío del no-ser.


© Armando Almánzar-Botello.
Santo Domingo, República Dominicana.

6

Ortega y Gasset, la ciencia, el pensar y el arte

"... Es preciso tener el valor de acercar la ciencia a la poesía mucho más de lo que hasta aquí se ha osado. Yo diría, si después de todo lo enunciado se me quiere comprender bien, que la ciencia está mucho más cerca de la poesía que de la realidad, que su función en el organismo de nuestra vida se parece mucho a la del arte." José Ortega y Gasset. "Ideas y Creencias". (Fragmento).

Entiendo como válido esto que afirma Ortega contra cierta metafísica positivista que confiere un valor absoluto al ideal cientificista, cartesiano, de suprimir, forcluir (forclusion: repudio y rechazo), expulsar o excluir del ámbito de la cogitación al sujeto deseante que introduce la dimensión del equívoco (Lacan, Gerber), a ese sujeto de la fantasía y de la imaginación al que se refiere Ortega y Gasset en su texto.

El discurso cartesiano, ése que marca del modo más radical la inauguración o advenimiento de la ciencia moderna, comporta, en el campo de su constitución y ejercicio, una obliteración de lo que luego Kant concebirá como la "imaginación trascendental", entendida como espacio de mediación y generación de los esquemas que comunican la intuición y el concepto, la locura y la razón, lo empírico y lo trascendental...

Sin embargo, lo dicho por el gran pensador español en el citado pasaje de su obra "Ideas y creencias" (¡Ay, Antonio Fernández Spencer!) es una conceptualización de "filósofo", no de "científico": la ciencia en sentido estricto, por su propia naturaleza reductora y constrictiva, "no piensa" (M. Heidegger), "no tiene memoria" (J. Lacan), "en tanto que ella olvida, en el seno de su correspondiente campo de ejercicio, las peripecias de las que ha nacido" (Lacan), su naturaleza de “constructo artificial generado por un cierto uso de la imaginación” (Jonathan Scott Lee).

Por lo arriba señalado, el propio discurso científico no puede, desde su área operativa particular y cumpliendo con su vocación estructural de clausura y sometimiento de lo real al cálculo y a la racionalidad cognitivo-instrumental, reconocer y dar legitimidad a estos juicios de Ortega, los cuales maniobran en el registro de los conceptos filosóficos y no de los matemas y funciones lógicas característicos de la ciencia.




© Armando Almánzar-Botello.
Santo Domingo, República Dominicana.

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