domingo, 23 de junio de 2013

BREVE NOTA SOBRE FRANCIS BACON Y EL EXPRESIONISMO

"La mayoría de la gente no tiene instinto para la pintura que, después de todo, está muy relacionada con el artificio. Por regla general, a la gente hay que explicarle primero antes de que pueda ver algo. Y en especial a los críticos." Francis Bacon.

Existen críticos tan frígidos, despistados, burdos y estériles, que recuerdan más bien a un polvoriento escritorio viejo, fabricado para vomitar con discreción en sus gavetas, atiborradas de inepcias y neologismos presumidos, la pena que nos produce su falta real de pensamiento. ¡Nada tienen que ver estas mulas teoréticas con el ejercicio crítico auténtico, con las Venus de las Gavetas!" Armando Almánzar-Botello.

Portrait of Henrietta Moraes, 1963. Por Francis Bacon

Por Armando Almánzar-Botello 



Es un lugar común y un error muy repetido el considerar a Francis Bacon, en sentido estricto, como un pintor expresionista. No lo es, aunque haya utilizado ciertos recursos propios de ese movimiento.

Si bien a Bacon podemos catalogarlo como exponente de una cierta “neo-figuración deformante” post-abstraccionista, de inmediato debemos aclarar que no toda deformación es de naturaleza histórico-expresionista y/o vanguardista.

La multiplicidad de recursos históricos, movimientos y tendencias conocidos y utilizados por Francis Bacon: arte griego y egipcio de la Antigüedad, acervo pictórico europeo clásico, impresionismo, cubismo, expresionismo, surrealismo, expresionismo abstracto y abstracción informalista, tachismo, arte pop, etc., hace bastante difícil la catalogación de su singularidad artística. 

Como Pablo Picasso, su inspirador y precursor, Bacon participa de una poderosa "imaginación histórica" muy afinada. Son constantes sus alusiones y referencias, más o menos veladas, al arte y a la vida de la tradición y de su propia época.

Críticos como Herbert Read incluyeron a Bacon en una línea excéntrica del arte inglés representada por figuras como el poeta William Blake en su rol de pintor y acuarelista. Además, el pensador y crítico británico sitúa a Bacon como heredero de cierto simbolismo representado por figuras como Böcklin. Por el carácter “espectral” del denominado período “malerich”, tenebrista y “neo-barroco-manierista” que caracteriza a la pintura de Bacon en los años 50, Read la vincula también con la obra de Füssli.

Algunos críticos han hablado de "racionalismo" pictórico, pero esa denominación también es falsa aplicada a Bacon.

El mito del Bacon "racionalista" lo creó Salvador Dalí para deslindarlo, por celos pueriles, del "método paranoico-crítico" que el gran genio español practicaba.

En visita realizada por Dalí a la gran exposición retrospectiva de Bacon en el Grand Palais de París, en 1971, el pintor español, siempre con la intención de afirmar su ego y su posición protagónica en todos los contextos y situaciones, acompañado provocativamente por unas hermosas muchachas semidesnudas, decía en voz alta, al pasar frente a los cuadros de Francis Bacon, y señalándolos con un bastón surrealísticamente despectivo: “Très, très raisonnable!” (¡Muy, muy razonable!)...

No obstante… Picasso es Picasso, Dalí es Dalí… y Bacon es Bacon.

Aunque Bacon reacciona en su momento contra el expresionismo abstracto norteamericano y europeo, no deja de utilizar ciertos recursos provenientes de este movimiento, pero subordinándolos a la presencia, como elemento clave en su obra, de la “figura humana en proceso”, concebida como "Cuerpo sin Órganos" (CsO), en el sentido que dan a esta expresión Antonin Artaud y Gilles Deleuze.

Bacon, muy irónicamente, consideraba como simples decoradores a pintores expresionistas abstractos norteamericanos como Mark Rothko y Jackson Pollock.

La estrategia pictórica baconiana implica una suerte de relectura, en clave neo-figural y postmoderna en sentido estricto, de la tradición plástica de Occidente, incluidas las vanguardias históricas. Bacon no es ni se consideró nunca un pintor simplemente vanguardista. Es el pintor de lo "figural".

Lo "figurativo" está ligado a la mera representación imitativo-ilusionista; lo "figural" (Lyotard), alude a un espacio problemático de mediación entre lo figurativo y lo abstracto, que participa de una productividad equivalente a la potencia de la huella y el trazo litoral, entendidos como a-significantes.

Lo figural es un espacio potencial donde, simultáneamente, lo figurativo se desterritorializa en lo abstracto, y lo abstracto insinúa un movimiento de reterritorialización en lo corporal figurativo. Espacio de tensión entre lo que Jacques-Alain Miller denomina “anamorfosis generalizada”, entendida como neutralización, disolución o castración de toda imagen del cuerpo, y una recuperación de la corporalidad metamórfica en su carácter gótico-inorgánico (Worringer, Artaud, Deleuze). En este metamorfismo se pone de manifiesto la dimensión del Cuerpo sin Órganos, comprendido como potencia transformativa de la carnalidad "bárbara" (Worringer) o diagrama de fuerzas y flujos determinante de una corporalidad intensiva, de un teatro de la crueldad en la inmanencia de la carne.


Neo-figuración figural: campo de indeterminación e incertidumbre de las formas plásticas abiertas y en flujo.


En el caso específico del pintor anglo-irlandés, observamos una “figuralidad” en la que predomina lo “carnal”, el flujo de lo “cárnico” mutante, deformado, constituyente, no clausurado todavía en “cuerpo” constituido.

Allí, los órganos se encuentran en relación de síntesis disyuntiva con respecto a ellos mismos (órganos indeterminados), y al entorno parergonal (Derrida) que sirve de armazón a las figuras.

La pintura de Francis Bacon, atravesada por el horror, la risa y el humor negro, encarna la posibilidad "est-ética" de un extraño, afirmativo y dialógico territorio plástico-pulsional que piensa con "perceptos y afectos" (Gilles Deleuze), los inicios de una nueva ecología o escenario de recambio intensivo entre lo humano y lo (in)humano.


© Armando Almánzar-Botello
Santo Domingo República Dominicana.

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