jueves, 29 de julio de 2010

Revolución y telepatía nano-electrónica



Por Armando Almánzar-Botello 



Sabes que ahora no tengo teléfono móvil.

Mi aparato casero, convencional, fue descontinuado por
averías múltiples.

No fue sustituido el número, sino el diseño de la máquina
receptora y transmisora de
     mensajes verbales… 
                                  Nunca uso el registro electrónico
de nombres. 
                  He aquí mi poética…

La memoria telefónica de tu número,
que no tenía anotado en ningún otro soporte  
y esto ahora lo descubro,
era simple, frágilmente corporal:

si cambia el diseño del teclado se modifica la red 
de conexiones mnémico-cinestésicas,
                                                   y... ¡bluff!
bien lo advertía Wittgenstein,

me volví un lío... ¡pero no de faldas!,
permutando y combinando letras, dígitos… ¡y
nada!...

Perdóname, Revolución, el olvido de tu nombre, de tu cifra
musical y pitagórica.

Mas tan sólo te has perdido en la memoria
de mi cuerpo. Y creo, 
                                imperturbablemente,

que tu ser singular en el eidos platónico

permanece intocado…




28 de Julio de 2010.


© Armando Almánzar-Botello
Santo Domingo, República Dominicana.

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