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Por: Armando Almánzar Botello
Sin que debamos concebir la pulsión como un ente orgánico (más bien es un constructo o "artefacto" susceptible de desmontaje, y toda pulsión siempre es de muerte), ella es lo imposible de un real que no se deja asimilar de modo pleno por lo simbólico.
Sí, querido Plinio, el deseo convoca y confirma a la muerte; no es posible sin una aceptación de la muerte, pero sólo si opera más allá del principio del placer como mera evitación de la falta, de la carencia, del displacer ligado a la experiencia de la pérdida y a la confrontación con lo real de la Cosa obliterada.
Por ello, la ética del psicoanálisis no es una ética superyoica del goce (¡Goza!, como falso imperativo categórico del Carpe Diem: banalidad del mal en el Discurso capitalista del Amo y su Mercado), sino una ética que apunta al goce a través de "la escala invertida de la ley del deseo". ( Jacques Lacan).
El psicoanálisis nos enseña a no gozar, o a gozar de otro modo distinto al que implica el goce "mercadológico" del síntoma convencional.
Nada de "Happy hour perpetuo". Más bien, goce del sinthome con todo lo que ello implica de diferencia y reposicionamiento estructural de un sujeto temperado, con respecto al goce del symptôm usual en su condición de goce padecido, catastrófica bulimia existencial que vampiriza al otro, negándole toda realidad como otro de pleno derecho.
El desamparo (Hilflosigkeit), es la forma en que el sujeto vive la posibilidad de su muerte; es resultado de la exposición del sujeto, situado más allá de la angustia (Angst), a la dimensión imprevisible del acontecimiento que proviene de laextimidad, de la alteridad constituyente.
La Represión Originaria (Urverdrangung) rechaza el goce bruto del cuerpo, operando sobre él, con la letra, el significante y la "metáfora paterna", un vaciamiento de su gloria extática, para que se constituya el goce del Otropropiamente dicho, en tanto que goce reprimido, temperado, "lenguajeado", marcado por la carencia como significante de la falta de Ser.
La violencia divina, esa que menciona Walter Benjamin (hay que mencionarlo por su nombre completo para evitar la ilusión de que todas estas ideas son nuestras: debemos aceptar aquí la pérdida, my baby), no alude a la violencia segura del poder constituido, sino a la decisión ética tomada sin garantías trascendentales, en ausencia de grupo, ideología o apoyo de la "moral de los poderes fácticos".
Temor y temblor de la decisión ética en el horizonte de la justicia, en la radical exposición a la vulnerabilidad o letalidad del otro -a su lado Cosa freudo/lacanina, monstruosa por atípica y no específica, mas necesaria), pero exposición sin Dios, sin el Partido, sin la Pandilla o sin el "regateo del mercado" (Jacques Derrida), como instancias garantes o incitadoras de nuestros actos (riesgo del terror fundamentalista en sus diferentes modalidades asesinas).
Violencia divina no es la de Creonte, sino la de Antígona. Violencia es la de cada cual cuando en lúcida soledad y angustia, se decide a "tomar" la justicia ardiente en sus manos de cara al rostro vulnerable y/o amenazante del otro ...
¡Hay que renunciar primero al goce, aceptando la pérdida y la muerte, para que podamos alcanzarlo, sin trascendencia onto-escato-teo-teleológica, en la "la escala invertida de la ley del deseo".
Dice Lacan, por intermedio de Néstor Braunstein, que existen tres Goces: Goce del ser más acá del corte (riesgos: la psicosis y el paso al acto asesino); Goce fálico (riesgos: la neurosis y/o la perversión), y el Goce más allá del corte (riesgos: la poesía, el erotismo, el amor, la santidad y la nueva revuelta).
Por eso Kant, Freud, Marx, Lacan, Derrida, no eran meros perversos en el sentido "técnico" del vocablo. Perverso: el que hace semblante de gozar, en lugar degozar de hacer semblante (con lo que implica esto último de aceptación de la castración: Corte y vaciamiento de goce operados por la letra y el significante; compromiso y/o tensión entre banda de movilidad/dispersión y contrabanda de estabilidad/concentración. Alianza necesaria para "la vida, la muerte" (Derrida), entre dispersión del proceso primario del inconsciente y concentración de los procesos secundarios del psiquismo. (Freud).
Poner en juego la pulsión de muerte en el texto y en la vida, implica entonces una metamorfosis o transmutación "creativista" de la mera destrucción en bruto. Lo que no niega el hecho de la violencia real en una "economía ética de la violencia".
Lo eternamente cuestionable es "la seguridad del juego fundado" en la que se afirma sin riesgo el Poder Asesino, y su violencia estructural administrada por los diversos agentes de buena y aséptica conciencia, puestos incondicionalmente a su servicio.
Ejemplos de violencia estructural, mi querido poeta Plinio Chaín, podemos observarlos en estos hechos: 1) Falta de atención médica para la mayoría de la población, 2) Falta de educación idónea para los ciudadanos y ausencia de las precondiciones mínimas para efectuar el proceso de enseñanza, 3) Suspensiones en el suministro de energía eléctrica y de múltiples servicios a los ciudadanos aunque se paguen los impuestos correspondientes y las bárbaras tarifas, 4) Desatención por los gobiernos a los aparatos productivos nacionales para satisfacer la voracidad de las grandes corporaciones transnacionales y las ambiciones personalistas de los políticos canallas, en detrimento de las necesidades alimentarias de los pueblos, 5) Acoso a la libertad de pensamiento y prensa bajo amenaza de que te pueden suspender el "mangú" como castigo, y en el peor de los casos, la vida misma... etc. etc, etc...
Pero el sujeto ético, querido amigo, "avanza solo y traicionado", y en el horizonte del goce como tropiezo, como felicidad sin esperanza de nuestro (des)encuentrotíquico con lo real, se perfila lo fallido, la desubjetivación y la muerte como grado cero y matriz de toda subjetivación...
No obstante, parafraseando a Lacan, ¡yo persevero, tú perseveras, él persevera: nosotros perseveramos!
Y como decía el gran poeta español Luis Cernuda:
¿Qué herencia sino ésa recibimos?
¿Qué herencia sino ésa dejaremos?
Un abrazo, poeta.
Armando Almánzar Botello.Santo Domingo, República Dominicana.
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