jueves, 26 de agosto de 2010


Lacañería para un león que fluye
 
                                            



"Los escritos vuelan, las palabras permanecen"


Jacques Lacan
 
 
 
 
 
Por Armando Almánzar Botello
 
 
 
 
Videmus nunc per speculum in aenigmate, 
tunc autem facie ad faciem. Vemos ahora en espejo, oscuramente, 
mas luego veremos cara a cara.
San Pablo dixit.
 
Lentamente el yo se forma, se condensa en los cristales
encontrando su matriz en las imágenes del Otro. 
Fase o vida en el Espejo también Fosa. Hosca Imagen per-vertida 
en simetría inversa. Metaloide aletazo de otro mundo.
Mercurio casi Agua.
Azogue lúcido.
 
Yo es Otro
escuchóse Rimbaud decir un día, 
anticipando en Eso la palabra Infierno 
su poética mostrada en la Figura del Espejo 
-estanque pensamiento, jaula de antimonio-, 
por Wallon, por Sartre y  por Lacan un día, 
llorado vuelo en pez, fulgor del Otro,
retorcida mágica fluencia 
de pájaro que narro en voz ardiente. 
 
El sí mismo que la imagen especular usurpa 
no escrita opacidad del sujeto en bruto siendo, 
entendido es carne o cuerpo sin linderos, borra el goce,
organismo en lo real, turbio entrópico nirvana, 
sumergida todavía sin el borde fronterizo
la pulsión irreverente y su bisagra. 
 
El Yo básico (Moi, dicho en francés), 
a pesar con él de nuestro engolosinamiento,
clivaje posterior del sujeto en la sintaxis, al caer sorda la letra,
tiembla, en ácido sulfúrico de ausencia,
no más que simple constructo imaginario 
como el beso en tulipanes arde,
que se ofrece a sí mismo aquel oscuro interrogante, 
cuando huye por los labios remotos 
de otro carne amada.  
 
El sujeto de la enunciación, por otra parte, 
correlato de un objeto metonímico que escapa, 
es aquella tachadura que no detenta imagen especular 
sino la pérdida.
De igual modo que la Cosa, a pesar de maniquíes, alexis y
vitrinas,
real, opaca, inmune, 
aleteando furia ciega 
no refleja luz de entendimiento alguna. 
 
Sólo sabemos del puro Yo sin verlo 
cuando nos escuchamos decir Yo al fin...
y es ya demasiado tarde. 
(Je o yo simbólico del enunciado que hace 
vínculo con otros,
y anuda lazo capital de cordura con el prójimo). 
 
Por lo tanto,
el único rostro conocible se construye y 
destruye aquí en la letra. 
Y sin embargo,
horadado por la línea de fuga que 
conduce hasta el no-rostro 
aquí se imbrican, metáfora interpuesta,
Gregorio Samsa, garrapata y máquina inclemente. 
 
Asimismo, el poema no es espejo,
es rizoma monstruoso que germina en la mirada, 
guarida de lo humano y lo inhumano...
Violencia pura,  enamorodiamiento.
 
Condensada escritura irreverente, durísimo amor es el poema:
una piedra irreflexiva que destroza los vitrales...
 
Vemos ahora en espejo, oscuramente, 
mas luego veremos cara a cara.
 
  
 
 
Armando Almánzar Botello
 
26 de Agosto de 2010
Santo Domingo, República Dominicana

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