domingo, 22 de agosto de 2010

Salomé: Las violencias, los crímenes, las inhumanidades... (Apuntes en torno a la reactualización poética de una leyenda)

El anhelo de expulsar totalmente la violencia del territorio de los ordenamientos y procesos humanos; el deseo totalitario de fundar el reino absoluto de la paz libre de todo conflicto; el proyecto de establecer la armonía universal carente de contradicciones, constituye el principio de la peor violencia: la guerra preventiva contra el sujeto, por definición contradictorio y conflictivo, la lucha sinuosa y perversa contra la complejidad indomeñable de lo in(humano), contra el planeta y las poblaciones en su diversidad irreductible y problemática. Esta violencia preventiva opera, explícita o implícitamente, para garantizar la permanencia de un Orden injusto, el imperio de lo totalmente transparente y previsible. El banal e hipócrita integrismo pacifista termina siendo muchas veces el complemento perfecto de la Guerra Genocida que desata el Biopoder contra la inconmensurabilidad de lo múltiple.

   Gustave Moreau. Una de sus versiones de la leyenda de Salome. 

Por: Armando Almánzar Botello.


Walter Benjamin distinguía entre dos tipos de violencia: la violencia "mítica" del poder establecido, y la violencia "divina" de la emancipación.

La primera opera invocando a las leyes en nombre de un Orden (injusto) y de la estabilidad del Poder constituido. La segunda se produce apelando a la Justicia, que no necesariamente se encuentra representada por la legislación o la juridicidad vigentes.

Esta última modalidad de violencia, la que Benjamin denomina "divina", es un acontecimiento que surge en la soledad de la decisión ética, de cara a la vulnerabilidad del otro y de nosotros mismos. Ella es asumida con lúcida responsabilidad, sin perseguir garantías de ningún Dios ni efectuar cálculo alguno de beneficio y riesgo propios. Esta violencia de la Emancipación, como se puede comprobar, resulta muy diferente a la Violencia Estructural del Sistema, a la violencia propia del Mercado y de la Guerra Imperialista, genocida.

Alguien habló de una 'violencia textual', escritural, situada más allá del deslinde entre el bien y el mal, y que constituye un meta-crimen simbólico, de segundo grado, con respecto a la velada complementariedad de los dos términos del paradigma: paz/violencia.

Dicha escritura sería violenta porque revela la secreta alianza, innombrable, que opera entre la llamada "Virtud oficial" y el "Crimen quirúrgico" institucionalizado...

Hay Crímenes implícitos de la Paz (Franco Basaglia, Foucault, Derrida, Žižek, Butler ...), y Crímenes explícitos de la Guerra. Hay paz real, potencial, creadora y transmutante en cierto tipo de máquina de guerra (Deleuze), y una paz criminal apoyada en la guerra como simple contabilidad de la destrucción: militar, mercantil fiduciaria...

Deberíamos perseguir, entonces, lo que Emmanuel Levinas y Jacques Derrida han denominado una "economía de la violencia".

Como hemos dicho en otros contextos, ese concepto no se refiere, de ningún modo, a la forma perversa de reproducir el capital mediante la carrera armamentista y guerrerista y reactivar así la economía de los grandes consorcios plutocráticos ligados al Complejo Militar-Industrial-Financiero y Cibernético. No.

Ese concepto de 'economía de la violencia' alude, por el contrario, al hecho crucial de "economizar violencia", al decidirse por la menor cuota de ésta en el seno de las determinaciones efectuadas en el espacio social y sus conflictos ineludibles.

Tal como hemos indicado más arriba, existe, en la dimensión literal-litoral de lo simbólico, en la escritura como texto, una violencia virtual en línea de fuga que desnuda los conflictos entre la violencia de la "dispersión primigenia", entendida como "don pre-originario" (Ley Natural, según Rousseau, Ley anterior a la ley, según Derrida, y cuya visualización estratégica se hace necesaria en su virtualidad para que nos resulte posible criticar el dominio de la juridicidad establecida y evitar así su esencialización terrorista, pues existe también una dictadura de la Legislación), y la 'contra-violencia del Contrato Social' como clausura y "violencia administrada" por ese Poder constituido que se rige por el mito de la unidad-totalidad-verdad (Meschonnic).

Este poder constituido, además de administrar y gerenciar las múltiples violencias en el seno de las "totalidades parciales sistemáticas", tiende a la codificación absoluta y centralizada de los protocolos mundanos y micropolíticos del sujeto, y, eventualmente, a la abrogación perversa de toda juridicidad por mera conveniencia de elites y grupos de poder.

Así como existen dos crímenes 
 —crímenes de la paz y crímenes de la guerra, podríamos hablar, siguiendo a Lyotard, a Derrida y a Žižek, de dos inhumanidades actuantes: la inhumanidad convencional y asesina de los poderes fácticos, "pura línea fría de abolición y muerte" (Deleuze), y la inhumanidad "monstruosa" (a-normativa y no específica, aristotélicamente hablando), del Otro en su radical singularidad-extrañeza, amenazada y/o amanazante, pero bajo cuyo asedio, en su dimensión de Cosa Real freudo-lacaniana, debemos medir y fraguar toda decisión ética que se precie de ser tal.

Sólo así podríamos abrirnos, después de renunciar al placer bruto inmediato, a la búsqueda temperada del goce "en la escala invertida de la ley del deseo" (Lacan), y a su transmutación sublimatoria en Amor, entendido aquí como don simbólico en el acto de contribuir a la realización del ser del Otro. 


La leyenda bíblica de Salomé, hija de Herodías y sobrina-hijastra de Herodes Antipas, nos ofrece un testimonio de los recursos perversos utilizados por el poder para eliminar todo lo que puede resultar perturbador para su funcionamiento de vocación avasallante.

La maquinación para asesinar a Juan el Bautista, como resultado de la crítica de éste a una alianza conyugal 
la de Herodías y Herodes , considerada por el pueblo como violatoria de la Ley Divina, utiliza a la figura de la joven Salomé como instrumento dúctil y sutil de seducción al servicio de un dominio falocrático constituido.

Dicho papel de marioneta del poder conduce a Salomé a pedir como premio, finalizada su retorcida y famosa danza, la cabeza inocente del Santo servida en bandeja de plata.

La versión que presenta a Salomé como una mujer obsedida sexualmente por la barbada figura de San Juan, no es de procedencia bíblica sino que pertenece al registro de la literatura profana. Pero no por ello resulta menos interesante y reveladora.

Lo "recriminable" propio del sujeto masculino, para la Salomé postmoderna representativa de una cierta liberación mal entendida, estriba, "sencillamente", en que este hombre encarna para nuestra nueva bailarina 'nudista', el prototipo del Macho que, con la simple asunción de una cierta masculinidad falogocéntrica, hace sentir agredidos a ciertos feminismos neuróticos o no.

Lo anteriormente señalado desataría el riesgo de una brutal canibalización a lo interno del mismo grupo heterogéneo que ejerce también una cuota de violencia "femenina" contra el macho.

Esa violencia femenina, generada históricamente por la represión falocrática de la feminidad y por la marginación de que ha sido objeto la mujer, retorna entonces como passage a l' acte (paso al acto: Freud, Lacan) de naturaleza asesina. Con esta afirmación, insistimos, no dejamos de reconocer que la mayor dosis de violencia se produce contra la mujer y la ejerce el hombre.

Evidentemente, esta última interpretación de la leyenda de Salomé no es la versión oficial, no pertenece al registro de la hermenéutica bíblica canónica.

Aludimos aquí a una reactivación y reapropiación escritural de una leyenda con la subsiguiente descanonización de la misma. Estrategia de reutilización diseminante de una historia por el pathos ficcional postmoderno.

Prestigiosos usos libres de la leyenda de Salomé y Herodías los podemos encontrar en obras de Oscar Wilde y Stéphane Mallarmé, entre otros...

No hay que olvidar, en el terreno mítico (G. Róheim, G. Devereux), la eterna "deuda" del Macho ante la Hembra Caníbal, Mantis religiosa, Madre Devoradora, Vagina Dentata, Das Ding o Cosa siniestra freudiana, que se genera en el inconsciente social como resultado de la tradición "carno-falogocéntrica" (Derrida) y patriarcal, propia de las tradiciones machistas hegemónicas greco-latinas, abrahámicas y confucianas.

Esta violencia asumida por un cierto tipo de mujer postmoderna, podría interpretarse como un "retorno de lo reprimido" que no puede ser evitado totalmente con simples medidas administrativas, terapéutico-morales o policiales, pues corresponde a una compleja crisis histórica de género y de civilización producida por los mismos valores patriarcales del capitalismo clásico y por los presupuestos perversos del nuevo capitalismo andrógino.

La apertura de esta violencia reactiva a decursos menos destructivos implicaría un lento proceso 
histórico-político de reeducación y transformación, tanto para los hombres como para las mujeres, y la construcción de una mayor equidad en las cuotas de poder asignadas a los diferentes géneros. Ello comportaría profundos cambios en la multiplicidad de las prácticas y en las mentalidades.

Debemos preguntarnos —con la violencia machista como telón de fondo—, si el resentimiento social de algunas falsas feministas, (que se expresa muchas veces en violencia ciega seudo-mística y ritualizada, como agresividad esotérica contra el "macho"), es un simple reflejo de una venganza del "principio femenino" de dispersión, pervertido por el "suspenso mismo de masculinidad falocrática." (Deleuze, Badiou).


Esa tensión entre 'feminidad virtual del hombre', del varón 
—entendida como línea de fuga que implica un devenir-mujer del hombre, no sólo de la fémina—, y el "suspenso provisorio de masculinidad", que puede actuar también en la mujer, vendría a generar dos desenlaces diferentes: por un lado, la androginia post-moderna, metastásica (Baudrillard), en tanto que impulso libidinal homogeneizante típico del propio mercado en su voluntad de pseudo-diferenciar, y por el otro, la androginia metamórfica de un "femenino neutro", como instancia que posibilita un "erotismo coreográfico", transbinario, diferencial, que escapa a la oposición simple masculino/femenino (con dominante del primer término), y rompe     manteniendo el valor ontológico y político-estratégico de las categorías de "conflicto" y "secreto" transnarcisista, con la circularidad del metarrelato económico capitalista como pretendido Discurso del Amo (Lacan), y con las estructuras tradicionales de la familia patriarcal en crisis.... 

Son posibles innumerables aproximaciones a este problema polifónico...

Si aludimos a una dimensión micropolítica de la violencia (Guattari), no nos referimos exclusivamente a la "violencia espectacular" que el propio sistema presenta mediáticamente y a la que opone su blando pacifismo y/o su "humanitería" filantrópica tipo Bill Gates, sino a la violencia sistémica o estructural inmanente al capitalismo actual         (Žižek) y que se descubre de forma insospechada en aquello que Foucault denominaba la "microfísica del Poder", la capilaridad de las estructuras de dominio en cuya trama se ve atrapado el sujeto...

Frente a esa "violencia 'mítica' del Poder" (Walter Benjamin), se levanta una 'violencia divina', textual, poética, parsimoniosa, "femenina", filigraneada (Barthes), que denuncia la soterrada complicidad entre la virtud y el crimen convencionales.

No clamamos activamente, aquí y ahora, por un simple abocamiento de los sujetos y de los grupos-sujeto (Deleuze-Guattari) a la violencia bruta y a los actos de pura barbarie, sino a la revelación en el discurso de la Pulsión de Muerte, esa instancia constituyente de la subjetividad humana a la que es preciso dar "voz granulada y sin azogue" en el texto poético, para que, dramatizándola en la escritura, podamos transmutarla en potencia de metamorfosis y conocimiento.

Afirmábamos en otro trabajo de nuestra autoría que en su crítica al monologismo del poder y a los nuevos discursos del amo, Julia Kristeva nos recuerda lúcidamente que "hacer pasar la pulsión de muerte al discurso", es la más sólida barrera simbólica contra el retorno de los fascismos. Tanto machistas como feministas...

Es preciso practicar una escritura orientada estratégicamente a descubrir y denunciar los atajos, las coartadas y la sutil capilaridad del Poder Falocrático y andrógino-homogeneizante, en el contexto de la sociedad post-industrial capitalista. En esta postmodernidad, como hemos dicho, el Discurso del Amo lo pretende encarnar el Mercado Andrógino. 

Vivimos un supuesto descentramiento liberador, pero seguido de re-territorializaciones brutales de los flujos de deseo, para reconducirlos, bajo el control de atractores velados actuando en la sombra, a la creación de simples territorialidades perversas del artificio y el plagio, subordinadas a la axiomática capitalista. (G. Deleuze, F. Guattari, J.M. Ripalda).

De un cierto modo se orientará la lucha política frágilmente             

—pero en esa fragilidad encontraremos una fuerza a la medida de
lo (im)posible—, contra la real efectuación denegada de la barbarie que representan la mercurial Guerra Preventiva, el bombardeo a los pueblos de Irak, Afganistán, Libia, la destrucción del aparato productivo de los pequeños países para someterlos a la Axiomática Globalizante, la agresión brutal al Medio Ambiente ejercida por las corporaciones transnacionales cuyo régimen de explotación de los recursos resulta no sustentable, el acoso sistemático a los sujetos en su singularidad micropolítica...

¡Clamamos ahora, los poetas, en nuestro devenir-mujer y en nombre de Karl Marx y Antonin Artaud, por un nuevo Teatro Plural y Postmoderno de la Crueldad Politizada y Revolucionaria!





© Armando Almánzar Botello
19 de agosto de 2010
Santo Domingo, República Dominicana

 

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