"Un animal inconcebible es el Mirmecoleón, definido así por Flaubert: "León por delante, hormiga por detrás, y con las pudendas al revés". La historia de este monstruo es curiosa. En las Escrituras (Job, IV, 11) se lee: "El viejo león perece por falta de presa". El texto hebreo trae "Iayish" por "león"; esta palabra anómala parecía exigir una traducción que también fuese anómala; los Setenta recordaron un león arábigo que Eliano y Estrabón llaman "myrmex" y forjaron la palabra "mirmecoleón". Al cabo de unos siglos, esta derivación se perdió. Myrmex, en griego, vale por "hormiga"; de las palabras enigmáticas "El león-hormiga perece por falta de presa" salió una fantasía que los bestiarios medievales multiplicaron: "El fisiólogo trata del león-hormiga; el padre tiene forma de león, la madre de hormiga; el padre se alimenta de carne, y la madre de hierbas. Y éstos engendran el león-hormiga, que es mezcla de los dos y que se parece a los dos porque la parte delantera es de león, la trasera de hormiga. Así conformado, no puede comer carne, como el padre, ni hierbas, como la madre; por consiguiente, muere".
JORGE LUIS BORGES. El libro de los seres imaginarios.
En su obra "El libro de los seres imaginarios", Jorge Luis Borges, sustentado en venerables referencias antiguas, nos recuerda la existencia mítico-legendaria del MIRMECOLEÓN u HORMIGA-LEÓN, cruce inviable de padre león (carnívoro) y madre hormiga (herbívoro)...
Esta imagen de aquello que Aristóteles, Porfirio, Lucrecio, Paré y Diderot habían llamado “lo monstruoso”, es decir, lo informe, lo contradictorio y lo absurdo, lo que destruye la taxonomía, el “Árbol porfiriano de las cinco voces”, las verdaderas jerarquías y el sentido común, hoy se constituye en la gran metáfora ética y ecológica de un mundo paradójico donde la voracidad brutal de ciertos sectores destruye la posibilidad de utilizar de modo justo, racional y sostenible los recursos de la totalidad del "cuerpo planetario".
La única diferencia entre el Mirmecoleón clásico y el Mirmecoleón postmoderno estriba, en que el primero era, sencillamente, el absurdo resultado de una unión o ensamblaje bicorporal entre la parte delantera de un león y la trasera de una hormiga.
El segundo, mucho más voraz, terrorífico y peligroso que el primero, tiene varias cabezas de león, (aunque relativamente pocas si tomamos en cuenta el número de hormigas vegetarianas del planeta), miles de ratas inmundas que brotan como gargantillas del cuello de cada felino como por efecto de una siniestra proliferación metamórfica de la carne, y que son parásitos beneficiarios de la(s) boca(s) del Mega-Poli-León delantero correspondiente.
La parte posterior o "traspatio corporal" del monstruo policéfalo, es completada por millones y millones y millones de infelices hormigas traseras vegetarianas, cuyo terrible y constante oficio consiste en tratar de digerir (sin lograrlo) el festín hedonista y ominoso de las dos especies aludidas de mamíferos carnívoros. Casi de modo permanente se suman al proceso de rapiña y abyecta digestión gusanos y aves carroñeras de muy variada pinta... ¡Oh Lautréamont! ¡Oh William Burroughs!, ¡Oh, Francis Bacon!, ¡Oh, Samir Amin!...
Bajo el imperio voraz e irracional del Capital Financiero y sus acólitos perversos, nosotros, las innumerables hormiguitas del mundo, corremos el riesgo de perecer al tratar de digerir el impúdico hartazgo bulímico de los poderosos... ¿Cómo puede ser responsable cada pobre hormiguita vegetariana* de asimilar el atracón infame y sostener con vida el cuerpo goloso del Mega-Poli-Mirmecoleón Capitalista?
¡Se hace necesaria, evidentemente, una revolución metabólica, morfológica y taxonómica orientada por la Ingeniería Genética y la Justicia más firme!
Como cierto día me dijo el siempre admirado y recordado poeta y amigo Luis Alfredo Torres, quien me publicó en 1978 la primera versión de mi poema "La hormiga-león o la travesía de un grafema" en su revista "Ámbito Cultural":
"¡No se irrite, poeta, pero en un mundo patas arriba, estamos obligados a realfabetizar a los presuntos Ángeles y Arcángeles, aunque sea por intermedio de una ardua y sibilina teología!"...
2) Es oportuno recordar aquí lo que dijeron figuras fuertemente singularizadas, es decir, monstruosas en otro sentido:
a) "Y digo estas palabras con los ojos dirigidos, ciertamente, hacia las operaciones del alumbramiento; pero también hacia aquellos que, en una sociedad de la cual yo no me excluyo, desvían los ojos de lo que todavía es innombrable, de eso que se anuncia y que sólo puede anunciarse, tal como sucede siempre que tiene lugar un nacimiento, en la especie de la no-especie, en la forma informe, muda, infantil y terrorífica de la monstruosidad." Jacques Derrida.
b) "La normalidad es el grado cero de lo monstruoso." Georges
Canguilhem.
Esta imagen de aquello que Aristóteles, Porfirio, Lucrecio, Paré y Diderot habían llamado “lo monstruoso”, es decir, lo informe, lo contradictorio y lo absurdo, lo que destruye la taxonomía, el “Árbol porfiriano de las cinco voces”, las verdaderas jerarquías y el sentido común, hoy se constituye en la gran metáfora ética y ecológica de un mundo paradójico donde la voracidad brutal de ciertos sectores destruye la posibilidad de utilizar de modo justo, racional y sostenible los recursos de la totalidad del "cuerpo planetario".
La única diferencia entre el Mirmecoleón clásico y el Mirmecoleón postmoderno estriba, en que el primero era, sencillamente, el absurdo resultado de una unión o ensamblaje bicorporal entre la parte delantera de un león y la trasera de una hormiga.
El segundo, mucho más voraz, terrorífico y peligroso que el primero, tiene varias cabezas de león, (aunque relativamente pocas si tomamos en cuenta el número de hormigas vegetarianas del planeta), miles de ratas inmundas que brotan como gargantillas del cuello de cada felino como por efecto de una siniestra proliferación metamórfica de la carne, y que son parásitos beneficiarios de la(s) boca(s) del Mega-Poli-León delantero correspondiente.
La parte posterior o "traspatio corporal" del monstruo policéfalo, es completada por millones y millones y millones de infelices hormigas traseras vegetarianas, cuyo terrible y constante oficio consiste en tratar de digerir (sin lograrlo) el festín hedonista y ominoso de las dos especies aludidas de mamíferos carnívoros. Casi de modo permanente se suman al proceso de rapiña y abyecta digestión gusanos y aves carroñeras de muy variada pinta... ¡Oh Lautréamont! ¡Oh William Burroughs!, ¡Oh, Francis Bacon!, ¡Oh, Samir Amin!...
Bajo el imperio voraz e irracional del Capital Financiero y sus acólitos perversos, nosotros, las innumerables hormiguitas del mundo, corremos el riesgo de perecer al tratar de digerir el impúdico hartazgo bulímico de los poderosos... ¿Cómo puede ser responsable cada pobre hormiguita vegetariana* de asimilar el atracón infame y sostener con vida el cuerpo goloso del Mega-Poli-Mirmecoleón Capitalista?
¡Se hace necesaria, evidentemente, una revolución metabólica, morfológica y taxonómica orientada por la Ingeniería Genética y la Justicia más firme!
Como cierto día me dijo el siempre admirado y recordado poeta y amigo Luis Alfredo Torres, quien me publicó en 1978 la primera versión de mi poema "La hormiga-león o la travesía de un grafema" en su revista "Ámbito Cultural":
"¡No se irrite, poeta, pero en un mundo patas arriba, estamos obligados a realfabetizar a los presuntos Ángeles y Arcángeles, aunque sea por intermedio de una ardua y sibilina teología!"...
* ACLARACIONES PERTINENTES.
1) Aquí aludimos a las hormigas vegetarianas, no a las carnívoras. Aunque en el metabolismo ominoso del Mega-Poli-Mirmecoleón Capitalista ni siquiera estas últimas podrían sobrevivir.
a) "Y digo estas palabras con los ojos dirigidos, ciertamente, hacia las operaciones del alumbramiento; pero también hacia aquellos que, en una sociedad de la cual yo no me excluyo, desvían los ojos de lo que todavía es innombrable, de eso que se anuncia y que sólo puede anunciarse, tal como sucede siempre que tiene lugar un nacimiento, en la especie de la no-especie, en la forma informe, muda, infantil y terrorífica de la monstruosidad." Jacques Derrida.
b) "La normalidad es el grado cero de lo monstruoso." Georges
Canguilhem.
c) "El sueño de la Razón engendra monstruos." Francisco de Goya.
d) "Existen dos polos de la monstruosidad: el polo de lo MISMO (el Sistema Capitalista) y el de lo OTRO (la Potencia Genética del
Afuera Transmutante)." Gilles Deleuze.
© Armando Almánzar Botello.
Santo Domingo, República Dominicana.
Santo Domingo, República Dominicana.
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