Yo te ignoro, tú me ignoras... oculta en tu belleza desollada, retocada, él te condecora, carnicero... Así, nos ignoramos la palabra oscura del origen, cautelosamente… Y, desnudos todos y perfectos in absentia, misticando hacer la lista del supermercado en cielo, nuestro falo-himeneo virtual también se hace perfecto, y la doliente y remordiente vejez tan discursiva (travesti casi ahora su lirio fementido, erótico-lejana su agonía o la locura) marcha, discurre, transcurre mejor, miedo-robo-creativamente... ¡Tan fractales las políticas culebras, renegadas, pizpiretas!
Septiembre de 2009
© Armando Almánzar Botello
Santo Domingo, República Dominicana.
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