“[…] Están los nómadas, que son testimonio de otra ley, de otro dispositivo. Y que arrasan con todo a su paso, desde la Frontera a la Capital, mientras el Emperador y sus Guardias se refugian detrás de las ventanas o detrás de las rejas […] Cada bloque imperial se abre a un campo de inmanencia ilimitado…” Gilles Deleuze y Félix Guattari.
"Hacer pasar la pulsión de muerte al discurso, es la más sólida barrera simbólica contra el retorno de los fascismos." Julia Kristeva.
“Bailemos un merengue que nunca más se acabe.”
Franklin Mieses Burgos.
Genghis Khan
Por Armando Almánzar-Botello.
Y érase un país de tinta y garabatos, poco a poco diluido en un miedo cortesano de sombras chinescas, de exánimes leyendas fantasmales.
Ominosa latía en esas tierras tanta mezquina bestialidad amurallada, tan risible orgullo afeminado que, para ese triste pueblo macilento sólo merecía aceptación la vernácula pacotilla decadente.
Aquello de verdad innovador y auténtico, para ser aceptado por esas turbias gentes, tenía que ofrecerse bajo el velo sinuoso de la astucia, con el rostro de la sangre enmascarada de un gran monstruo de prestigio militar, o, paradójicamente, bajo el semblante escarnecido de un Vacío irrisorio, de un Otro innombrable, ausente o devaluado...
Y entonces llegué yo, el Nómada Hierático, Hijo de la Gran Cierva Blanca y del Lobo Celeste: ¡Genghis Khan, Rey de los Mongoles!
Logré instaurar allí, tras mi Conquista de Las Murallas Chinas, el Gran Riesgo de la Vida y la Ley de Los Desiertos.
* Nota de la traducción alemana del texto original en chino:
“¿Seremos todos bárbaros, menos los chinos, Baudelaire y Borges?”
Mayo del 2011
Tomado del libro: “Hipertextos de un Cazador”.
Todos los Derechos Reservados.
© Armando Almánzar-Botello.
Ominosa latía en esas tierras tanta mezquina bestialidad amurallada, tan risible orgullo afeminado que, para ese triste pueblo macilento sólo merecía aceptación la vernácula pacotilla decadente.
Aquello de verdad innovador y auténtico, para ser aceptado por esas turbias gentes, tenía que ofrecerse bajo el velo sinuoso de la astucia, con el rostro de la sangre enmascarada de un gran monstruo de prestigio militar, o, paradójicamente, bajo el semblante escarnecido de un Vacío irrisorio, de un Otro innombrable, ausente o devaluado...
Y entonces llegué yo, el Nómada Hierático, Hijo de la Gran Cierva Blanca y del Lobo Celeste: ¡Genghis Khan, Rey de los Mongoles!
Logré instaurar allí, tras mi Conquista de Las Murallas Chinas, el Gran Riesgo de la Vida y la Ley de Los Desiertos.
* Nota de la traducción alemana del texto original en chino:
“¿Seremos todos bárbaros, menos los chinos, Baudelaire y Borges?”
Mayo del 2011
Tomado del libro: “Hipertextos de un Cazador”.
Todos los Derechos Reservados.
© Armando Almánzar-Botello.
Santo Domingo, República Dominicana.
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