for a Portrait of Mick Jagger, 1982.
Por Armando Almánzar-Botello.
La problemática que gira en torno al tema "postmodernidad / postmodernismo", se produce en un espacio conceptual cargado de complejas tensiones y resonancias.
Octavio Paz, por ejemplo, no acepta la denominación norteamericana de "postmodernism", aduciendo que ya existía esta categoría, aunque con otras connotaciones y decursos históricos, en el ámbito de la literatura hispanoamericana. El gran poeta y ensayista mexicano expone lúcidamente las razones de su rechazo al término "postmodernismo" en su libro "La otra voz".
No obstante, toda una serie de escritores y pensadores norteamericanos y europeos, entre ellos James M. Mellard, utilizan desde hace cierto tiempo el término "postmodernismo" para aludir a una fase "refinada o extrema" en la crítica de la modernidad y del arte vanguardista y/o moderno.
El poeta norteamericano Charles Olson, perteneciente al grupo denominado "Black Mountain", utilizó, desde finales de la década de los años cuarenta, el término "postmodernismo" para referirse a los creadores y poetas posteriores a los grandes modernistas estadounidenses y europeos. Pero esa es otra historia.
Ihab Hassan, por ejemplo, habla de un proceso de "unmaking" o de-construcción de la episteme moderna entendida como sistema sustentado en una racionalidad teleológica de vocación totalizante.
Para Hassan, como también para Mellard, las mismas tendencias modernistas y vanguardistas, en sus notas más reflexivas, extremas y refinadas, terminan integrándose a la tradición de este movimiento de revisión "defundamentadora".
A diferencia de la simple voluntad vanguardista de negación, que como dice Umberto Eco conduce al silencio, el postmodernismo retoma la tradición —incluyendo a las mismas vanguardias—, en un movimiento crítico-polémico-dialógico que simultáneamente afirma y niega, de modo selectivo, los valores que problematiza.
Umberto Eco, de una forma precisa y lúcida, quizá en la misma dirección del austríaco Leo Navratil, de Arnold Hauser, Ernest Robert Curtius y Gustav René Hocke, habla de la constelación "postmodernismo-manierismo" como de una "Kunstwollen", categoría espiritual transhistórica o "modo de hacer" que vendría a resistir o a contestar, de modo recurrente, al momento clásico y/o al impulso meramente destructivo-vanguardista en la dinámica histórica de las formas, mediante una estrategia que, a diferencia de las primeras vanguardias históricas europeas, reconoce que el pasado no puede destruirse so pena de vernos conducidos al silencio. Por ello, Eco, al igual que lo hizo Roland Barthes, propone un modo dialógico-crítico de re-visitación parsimoniosa de la memoria cultural.
Uno de los máximos exponentes de esta estrategia creadora de re-visitación transformativa del pasado lo sería el pintor no vanguardista Francis Bacon, por ejemplo.
Por otra parte, Frederic Jameson, uno de los más importantes pensadores del problema postmodernidad/postmodernismo, aspira a la definición del nuevo pensamiento artístico —después de las crisis de la razón totalizante y del callejón sin salida de ciertas vanguardias—, como un intento de dar forma estética a lo múltiple y de establecer relaciones entre elementos por “vía del reconocimiento de las diferencias”.
Theodor W. Adorno, a propósito de los retos que plantea la crisis de la “unidad abstracta esencializada” y su opresiva vocación totalizante en el seno del pensamiento occidental, consideraba que se hace preciso crear nuevos módulos de organización por medio de una "unidad no violenta de lo múltiple". "El Todo es lo no-verdadero", decía el eminente filósofo de la Escuela de Frankfurt.
Esa estrategia del pensamiento a la que se refiere Adorno, Gilles Deleuze entiende que se encarna (sin dejar de pensar como Jacques Derrida en el problema estético-político de la diferencia y el conflicto) a través de lo que denomina, siguiendo cierta tradición filosófica: “síntesis disyuntiva inclusiva de la diferencia.”
Este es el perfil general y la atmósfera de consciencia en los que se debate el postmodernismo de vocación resistente, heterogéneo con respecto al simple y pueril “todo vale” o “anything goes”.
“Esos rasgos permitirían quizás definir una poética de nueva resistencia frente al imperialismo monológico, avasallador y monolingüe de una falsa postmodernidad académica (Britto García), que resulta más bien, en los hechos, ultramodernidad conservadora, preformativa, perfomartiva, oportunista y crematística.” Armando Almánzar Botello. (Texto completo publicado en Coloquios 2003. © Feria Internacional del Libro. Ministerio de Cultura de R.D.)
Octavio Paz, por ejemplo, no acepta la denominación norteamericana de "postmodernism", aduciendo que ya existía esta categoría, aunque con otras connotaciones y decursos históricos, en el ámbito de la literatura hispanoamericana. El gran poeta y ensayista mexicano expone lúcidamente las razones de su rechazo al término "postmodernismo" en su libro "La otra voz".
No obstante, toda una serie de escritores y pensadores norteamericanos y europeos, entre ellos James M. Mellard, utilizan desde hace cierto tiempo el término "postmodernismo" para aludir a una fase "refinada o extrema" en la crítica de la modernidad y del arte vanguardista y/o moderno.
El poeta norteamericano Charles Olson, perteneciente al grupo denominado "Black Mountain", utilizó, desde finales de la década de los años cuarenta, el término "postmodernismo" para referirse a los creadores y poetas posteriores a los grandes modernistas estadounidenses y europeos. Pero esa es otra historia.
Ihab Hassan, por ejemplo, habla de un proceso de "unmaking" o de-construcción de la episteme moderna entendida como sistema sustentado en una racionalidad teleológica de vocación totalizante.
Para Hassan, como también para Mellard, las mismas tendencias modernistas y vanguardistas, en sus notas más reflexivas, extremas y refinadas, terminan integrándose a la tradición de este movimiento de revisión "defundamentadora".
A diferencia de la simple voluntad vanguardista de negación, que como dice Umberto Eco conduce al silencio, el postmodernismo retoma la tradición —incluyendo a las mismas vanguardias—, en un movimiento crítico-polémico-dialógico que simultáneamente afirma y niega, de modo selectivo, los valores que problematiza.
Umberto Eco, de una forma precisa y lúcida, quizá en la misma dirección del austríaco Leo Navratil, de Arnold Hauser, Ernest Robert Curtius y Gustav René Hocke, habla de la constelación "postmodernismo-manierismo" como de una "Kunstwollen", categoría espiritual transhistórica o "modo de hacer" que vendría a resistir o a contestar, de modo recurrente, al momento clásico y/o al impulso meramente destructivo-vanguardista en la dinámica histórica de las formas, mediante una estrategia que, a diferencia de las primeras vanguardias históricas europeas, reconoce que el pasado no puede destruirse so pena de vernos conducidos al silencio. Por ello, Eco, al igual que lo hizo Roland Barthes, propone un modo dialógico-crítico de re-visitación parsimoniosa de la memoria cultural.
Uno de los máximos exponentes de esta estrategia creadora de re-visitación transformativa del pasado lo sería el pintor no vanguardista Francis Bacon, por ejemplo.
Por otra parte, Frederic Jameson, uno de los más importantes pensadores del problema postmodernidad/postmodernismo, aspira a la definición del nuevo pensamiento artístico —después de las crisis de la razón totalizante y del callejón sin salida de ciertas vanguardias—, como un intento de dar forma estética a lo múltiple y de establecer relaciones entre elementos por “vía del reconocimiento de las diferencias”.
Theodor W. Adorno, a propósito de los retos que plantea la crisis de la “unidad abstracta esencializada” y su opresiva vocación totalizante en el seno del pensamiento occidental, consideraba que se hace preciso crear nuevos módulos de organización por medio de una "unidad no violenta de lo múltiple". "El Todo es lo no-verdadero", decía el eminente filósofo de la Escuela de Frankfurt.
Esa estrategia del pensamiento a la que se refiere Adorno, Gilles Deleuze entiende que se encarna (sin dejar de pensar como Jacques Derrida en el problema estético-político de la diferencia y el conflicto) a través de lo que denomina, siguiendo cierta tradición filosófica: “síntesis disyuntiva inclusiva de la diferencia.”
Este es el perfil general y la atmósfera de consciencia en los que se debate el postmodernismo de vocación resistente, heterogéneo con respecto al simple y pueril “todo vale” o “anything goes”.
“Esos rasgos permitirían quizás definir una poética de nueva resistencia frente al imperialismo monológico, avasallador y monolingüe de una falsa postmodernidad académica (Britto García), que resulta más bien, en los hechos, ultramodernidad conservadora, preformativa, perfomartiva, oportunista y crematística.” Armando Almánzar Botello. (Texto completo publicado en Coloquios 2003. © Feria Internacional del Libro. Ministerio de Cultura de R.D.)
Sin detenernos ahora en el ámbito de otras manifestaciones culturales (cine, arquitectura, filosofía, teatro, pintura, performance, danza, música... etc. etc.) que podrían incluirse dentro de la categoría "postmodernismo", resulta significativo resaltar el hecho concreto de que los exponentes más relevantes de la narrativa y la poesía postmodernistas los encontramos en Estados Unidos desde principio de los años 50' y finales de los años 60', pasando por los 70's hasta llegar al período contemporáneo.
Me refiero a grandes escritores y poetas como Charles Olson, Robert Creeley, Kurt Vonnegut, William Gass, Donald Barthelme, John Barth, Raymond Federman, John Ashbery, Thomas Pynchon, Don DeLillo, etc. etc.
II
Como nota profundamente aclaratoria nos parece muy interesante, en el contexto de esta reflexión, sacar a relucir lo que dice al respecto el pensador alemán Albrecht Wellmer, cuyas ideas paso casi de inmediato a transcribir para ilustrar lo que sería una posición "postmoderna resistente", aquella que no cae bajo el hacha de juicios apresurados que acusan indiscriminadamente a todo tipo de pensamiento postmoderno de negar los vínculos con cualquier proyecto emancipatorio.
Lo que se pretende trascender en este reposicionamiento postmoderno de la racionalidad es una “teleología metafísica” y una visión totalizante de la historia, banalmente lineal y opresiva.
No se trata de negar la historicidad. Muy por lo contrario, se trata de conducirla a su máxima tensión.
La reflexion de Wellmer la tomo de la obra colectiva: Modernidad y Postmodernidad (Josep Picó. Compilador). Alianza Editorial, 1994, página 137:
"Contra el universalismo democrático de la sociedad burguesa podemos objetar hoy que la democracia se queda en algo irreal mientras no penetre los juegos de la vida social; contra Marx y el anarquismo hay que decir que eso no puede significar un estado de inmediatez y armonía generales; contra el racionalismo en general tenemos que objetar que no cabe esperar ni legitimaciones últimas ni fundamentaciones últimas, pero eso no significa ni que haya que despedirse del universalismo democrático y del individuo autónomo, ni que haya que dar por cancelado el proyecto marxista de una sociedad autónoma ni que haya que despedirse de la razón. Significa más bien que hemos de pensar el universalismo político moral de la Ilustración, las ideas de autodeterminación individual y colectiva, de razón y de historia, de una nueva forma. En la tentativa de hacer eso, es donde yo vería el GENUINO IMPULSO POSTMODERNO hacia una AUTOTRASCENDENCIA de la razón." Cierro la cita.
El problema de la autotrascendencia del "concepto" y de la razón ya se encuentra en Adorno y lo aborda también Cornelius Castoriadis con gran rigor filosófico.
De modo pues que no se trata en este tipo de “postmodernismo resistente” que mencionamos de ningún salto al vacío de la irracionalidad ni de ninguna convalidación de las estructuras de poder establecidas, sino de trascender una razón que se limita a funcionar en términos meramente representativos e identitarios sin atender al problema del pensamiento ante-predicativo, como denomina Heidegger a ese pensar que va más allá de una racionalidad cognitivo-instrumental, calculadora y cosificante, segregativa y falsamente pluralista y democrática.
II
Como nota profundamente aclaratoria nos parece muy interesante, en el contexto de esta reflexión, sacar a relucir lo que dice al respecto el pensador alemán Albrecht Wellmer, cuyas ideas paso casi de inmediato a transcribir para ilustrar lo que sería una posición "postmoderna resistente", aquella que no cae bajo el hacha de juicios apresurados que acusan indiscriminadamente a todo tipo de pensamiento postmoderno de negar los vínculos con cualquier proyecto emancipatorio.
Lo que se pretende trascender en este reposicionamiento postmoderno de la racionalidad es una “teleología metafísica” y una visión totalizante de la historia, banalmente lineal y opresiva.
No se trata de negar la historicidad. Muy por lo contrario, se trata de conducirla a su máxima tensión.
La reflexion de Wellmer la tomo de la obra colectiva: Modernidad y Postmodernidad (Josep Picó. Compilador). Alianza Editorial, 1994, página 137:
"Contra el universalismo democrático de la sociedad burguesa podemos objetar hoy que la democracia se queda en algo irreal mientras no penetre los juegos de la vida social; contra Marx y el anarquismo hay que decir que eso no puede significar un estado de inmediatez y armonía generales; contra el racionalismo en general tenemos que objetar que no cabe esperar ni legitimaciones últimas ni fundamentaciones últimas, pero eso no significa ni que haya que despedirse del universalismo democrático y del individuo autónomo, ni que haya que dar por cancelado el proyecto marxista de una sociedad autónoma ni que haya que despedirse de la razón. Significa más bien que hemos de pensar el universalismo político moral de la Ilustración, las ideas de autodeterminación individual y colectiva, de razón y de historia, de una nueva forma. En la tentativa de hacer eso, es donde yo vería el GENUINO IMPULSO POSTMODERNO hacia una AUTOTRASCENDENCIA de la razón." Cierro la cita.
El problema de la autotrascendencia del "concepto" y de la razón ya se encuentra en Adorno y lo aborda también Cornelius Castoriadis con gran rigor filosófico.
De modo pues que no se trata en este tipo de “postmodernismo resistente” que mencionamos de ningún salto al vacío de la irracionalidad ni de ninguna convalidación de las estructuras de poder establecidas, sino de trascender una razón que se limita a funcionar en términos meramente representativos e identitarios sin atender al problema del pensamiento ante-predicativo, como denomina Heidegger a ese pensar que va más allá de una racionalidad cognitivo-instrumental, calculadora y cosificante, segregativa y falsamente pluralista y democrática.
Mayo de 2004
© Armando Almánzar-Botello.
Santo Domingo, República Dominicana.
Santo Domingo, República Dominicana.
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