domingo, 2 de mayo de 2010

Leyendo con Lacan el día de playa


Leyendo con Lacan el día de playa



Un breve epígrafe para oscurecer los labios: “Del Uno-en-menos el lecho está hecho para la intrusión que avanza desde la extrusión: es el significante mismo”... “El Barroco es la regulación del alma por la escopia corporal”. Jacques Lacan (1901-1981), psicoanalista y filósofo francés de tendencia neo-barroca.


Por Armando Almánzar Botello



El ritmo a contratiempo, su travelling de avance precisa los contornos. Tu mundo es una imagen suspendida en aire neutro. En lúcida mirada, tu cámara girando vertical sobre los cuerpos.

De cíclope curioso el ojo abstracto pervertido, alumbra en un close-up materia eterna inmarcesible: pezones, aureolas, luz de nalgas presentidas, texturas granuladas, limpios pelos y señales.

En negro el viento gruñe sus navajas de inclemencia, blandiendo mi deseo la escritura enamorada. El esquizo que tú dices da señales en abismo, palpándote los soplos en el tiempo del origen. A los muertos que me habitan les doy vela en ese entierro.

Alguien es donde no piensa: fluencia de sujeto que antecede a lo consciente. Luz no vista revertida bañando integumentos: la Cosa y la Mirada en el pre-ojo confundidas.

La estatua se levanta. El mar latido al fondo. Adentro con su afuera. Por tímpano vibrándote la Banda de Moebius, Lacan dice la letra. Al Otro desde un goce retornando por la huella le inscribe al fin su corte...

Deslinde aquí en arena: la cámara en su avance roto el plano en su detalle. Un pliegue sin sentido, cifrado en mi pre-lengua, leída con la punta buril que la despierta, en línea interferida borro el cuerpo imaginado. Un aire oscurecido en el fragmento es el poema...

Bañistas de la luz. Arde un seno. La naranja. Arriba, alto, arriba: la luz descubre nadie. Cámara que mira un alto sol cegada en sangre. El ojo. La naranja. Latido mar adentro. Fundido encadenado de labios palpitando. Los pelos. El contorno. La boca oficia el rito. La lengua tiembla en negro y brota el agua del martirio.

La tinta oscura, oscura. Naranja suspendida que alumbra ya las manos: ¡Oh el eco fantasmático de espuma sobre arena!...

Los pelos y “lalengua”. La luz naranja arriba. Arriba, alto, arriba. Un travelling de ausencia difumina los contornos. La lengua por la sombra, la lumbre por la sangre: le brota el agua-letra en el espejo del olvido...

Tu mundo es una imagen. El mar la luz la voz. El ojo. La naranja. El sol que ya retorna descuartiza la mirada. El libro, el mar, la noche. Perdido encadenado. La tinta oscura oscura. Fundido en negro y sangre....

¡Que otra voz limpie los nombres, arda el texto lentamente! La mujer desde su olvido dice música despierta... Perdido y recobrado, cierro el libro y oigo el alba...






© Armando Almánzar Botello





Escrito en Junio de 1999

Tomado del libro Cazador de agua y otros textos mutantes. (Antología poética personal 1977-2002). Editora Gente 2003.
Santo Domingo, R.D.

1 comentario:

irina maribel dijo...

Tu texto es una cámara oscura y misteriosa que me habla: su discurso paradójico es mar de luz revelada que se abre en imágenes que me acarician, me oscurecen, escritura prodigiosa que me enciende universos... En cada latido-movimiento de aquel mar fluye la sal perseverante y su misterio. Te leo y brilla en negro el deseo aquí en mi sangre, ¡ardiendo!... y la naranja desdoblada canta desde arriba con mi carne y con mi alma: ‘look closely, dive in!’... Y entonces, me abro un poco más y me acerco allí para mirar y nado letra adentro, palpitando hasta llegar a la memoria de tu sombra por detrás de tus palabras, y siento de nuevo aquí en mi lengua el sabor inolvidable de un agua del martirio: joya líquida de mí que amo y tiemblo al recordarla, inundándome mi Ser ofrecido con amor allá en tus labios…

Me uno a tu escritura y este día de playa se hace eterno. ¡Oh, amado Armando… qué maravilloso es para mí leerte!
Te quiero. Un beso… ∞