Por Armando Almánzar Botello
Resulta muy interesante, aunque no sea novísima, una senda de las investigaciones sobre Inteligencia Artificial conocida como Teoría Integrada de la Información (TII). Ella viene a definir grados de complejidad de la conciencia en función de niveles de integración de información.
Por otra parte, y desde un punto de vista filosófico parcialmente complementario de perspectivas como la anterior, J. C. Smuts (filósofo sudafricano a quien debemos la categoría de Holismo), Gilles Deleuze, David Cooper, etc., ya habían hablado hace largos años de "conciencia de derecho" y "conciencia de hecho".
Gilles Deleuze, por ejemplo, pensando fuera de todo psicologismo y reapropiándose del enfoque filosófico de Henri Bergson (contra las concepciones fenomenológicas de la conciencia, en particular la que ofrece Jean-Paul Sartre en su obra "La imaginación"), considera que el nivel primario de conciencia inmanente pre-reflexiva, conciencia de derecho, está constituido simplemente por la emisión de luz, por la pura luminosidad cósmica.
El pensador francés del Anti-Edipo y de las máquinas deseantes, no define a la conciencia humana —al modo de la metáfora fenomenológica habitual—, como fuente emisora de luz que alumbra al objeto: La concibe como 'caja negra', placa o 'cámara obscura' en la que, al incidir los rayos luminosos procedentes del Afuera, se produce la "conciencia humana de hecho", que existe con posterioridad a lo que Deleuze considera como conciencia cósmica luminosa, pre-reflexiva e impersonal.
Inspirado en Bergson y en Deleuze, a dicho nivel de conciencia cósmica yo lo denominé, allá por el año 1977, en mi poema Oda a la luz: "Latido desatado antes del ojo y la palabra, imagen para nadie, foto primordial revelada en la conciencia".
Existe, pues, una conciencia luminosa de derecho anterior a la conciencia de hecho. La imágenes luminosas procedentes del "Afuera caósmico", se revelan en la placa oscura de la conciencia humana, con sus diferentes grados de complejidad inmanente.
El problema técnico y pragmático concreto estriba en que, a pesar de los interesantes puntos de vista de varios científicos en la línea de la gran investigadora Rosalind Picard, por ejemplo, quien habla de computación afectiva y de ordenadores emotivos, la mayoría de los enfoques neurocognitivistas y de ingeniería de Inteligencia Artificial siguen entendiendo que la MENTE es una mera emergencia del cerebro y no la conciben como efecto de un "bucle de inter-retro-acción" compleja, tal como lo define el pensador Edgar Morin.
La emergencia de la mente, para este epistemólogo francés, involucra al cerebro stricto sensu, al cerebelo, al bulbo raquídeo, al resto de la inervación y a la totalidad del cuerpo del Homo sapiens, incluida la historia del individuo en situación y contexto, la llamada inteligencia computacional, las emociones...
Sin entrar en el complicado problema neurocientífico de los niveles de conciencia (Chalmers, Searle, Picard, Penrose...) me limitaré aquí a señalar que la interacción compleja en bucle entre todas las instancias arriba mencionadas, sólo se produce en el Homo sapiens como resultado de la adquisición del lenguaje articulado.
Pero, el lenguaje, en su carácter de fenómeno complejo, heteróclito, ¿es totalmente subsumible (para una cierta concepción
biolingüística como la de Noam Chomsky o neurocognitiva como la de un Steven Pinker) en las estructuras genéticas y biológico-cerebrales? ¿Se puede agotar la complejidad del lenguaje humano desde los ámbitos de la neurología, la genética molecular y las neurociencias cognitiva y computacional?
Sabemos, por supuesto, que el problema no es sólo filosófico.
¿Podría generarse conciencia auto-reflexiva a partir de materiales inorgánicos, o se requiere, para "producirla", de los recursos y técnicas de la nanotenología húmeda y de la genética molecular integrados a los programas computacionales que se apoyan todavía en el silicio?
Lamentamos nosotros, meros legos partidarios de la Inteligencia Artificial (IA) dura, que el límite de "miniaturización" del silicio sea de unos 10 nanómetros (1 nm: milmillonésima parte de un metro). Por debajo de esta escala se requiere, por razones técnicas como la imposibilidad de controlar el flujo de electrones en un filamento de microprocesador —y si atendemos a lo dicho por ciertos investigadores y especialistas como Roger Penrose, Marvin Minsky, John Rogers, etc.— de una computación cuántica más compleja que abandone el silicio y tome en cuenta el problema de lo imprevisible y lo abierto utilizando nanotubos de carbono y nanotecnología húmeda.
John Searle, el filósofo norteamericano de la conciencia y la intencionalidad, establece una significativa diferencia entre SIMULACIÓN de procesos mentales y DUPLICACIÓN de los mismos. De este modo, la emergencia (o surgimiento) de una "CONCIENCIA ARTIFICIAL" por duplicación de procesos mentales cabría esperarla —por las grandes dificultades técnicas que podría comportar, y si es que se alcanza en los próximos años—, más allá del reino del SILICIO; como quien dice: "Más allá del Principo del Placer"...
La emergencia de la mente, para este epistemólogo francés, involucra al cerebro stricto sensu, al cerebelo, al bulbo raquídeo, al resto de la inervación y a la totalidad del cuerpo del Homo sapiens, incluida la historia del individuo en situación y contexto, la llamada inteligencia computacional, las emociones...
Sin entrar en el complicado problema neurocientífico de los niveles de conciencia (Chalmers, Searle, Picard, Penrose...) me limitaré aquí a señalar que la interacción compleja en bucle entre todas las instancias arriba mencionadas, sólo se produce en el Homo sapiens como resultado de la adquisición del lenguaje articulado.
Pero, el lenguaje, en su carácter de fenómeno complejo, heteróclito, ¿es totalmente subsumible (para una cierta concepción
biolingüística como la de Noam Chomsky o neurocognitiva como la de un Steven Pinker) en las estructuras genéticas y biológico-cerebrales? ¿Se puede agotar la complejidad del lenguaje humano desde los ámbitos de la neurología, la genética molecular y las neurociencias cognitiva y computacional?
Sabemos, por supuesto, que el problema no es sólo filosófico.
¿Podría generarse conciencia auto-reflexiva a partir de materiales inorgánicos, o se requiere, para "producirla", de los recursos y técnicas de la nanotenología húmeda y de la genética molecular integrados a los programas computacionales que se apoyan todavía en el silicio?
Lamentamos nosotros, meros legos partidarios de la Inteligencia Artificial (IA) dura, que el límite de "miniaturización" del silicio sea de unos 10 nanómetros (1 nm: milmillonésima parte de un metro). Por debajo de esta escala se requiere, por razones técnicas como la imposibilidad de controlar el flujo de electrones en un filamento de microprocesador —y si atendemos a lo dicho por ciertos investigadores y especialistas como Roger Penrose, Marvin Minsky, John Rogers, etc.— de una computación cuántica más compleja que abandone el silicio y tome en cuenta el problema de lo imprevisible y lo abierto utilizando nanotubos de carbono y nanotecnología húmeda.
John Searle, el filósofo norteamericano de la conciencia y la intencionalidad, establece una significativa diferencia entre SIMULACIÓN de procesos mentales y DUPLICACIÓN de los mismos. De este modo, la emergencia (o surgimiento) de una "CONCIENCIA ARTIFICIAL" por duplicación de procesos mentales cabría esperarla —por las grandes dificultades técnicas que podría comportar, y si es que se alcanza en los próximos años—, más allá del reino del SILICIO; como quien dice: "Más allá del Principo del Placer"...
En el contexto de esta red de ideas sobre las relaciones entre materia, mente, conciencia, biología, lenguaje y máquinas, me gustaría entender la vieja categoría de LIBERTAD, definida ‘derrideanamente’, de un modo coyuntural, estratégico-situacional, y no como una subjetividad enfrentada de modo simple a la máquina.
Debo decir, que yo encuentro profundamente fértil, siguiendo en esto a Jacques Derrida, definir la 'Libertad' del Homo sapiens con respecto a la maquinización, como una complejidad funcional que excede ciertos umbrales, campos, bordes o dominios maquinales, histórica y tecnológicamente definidos.
En ese sentido, la libertad se juega en el ámbito de lo que resulta no-calculable para un determinado marco de referencia. Para lo que se constituye en imprevisible, en no programable, en algo histórica o transhistóricamente impredecible desde el punto de vista de ciertos bordes o pretiles de seguridad epistemológicos.
Lo mecánico, como algo sujeto al determinismo, a lo ya calculable y agotado completamente por el dominio programador, sería un simple subconjunto de esa dimensión de la libertad definida en su tensión singular con lo maquinal abierto.
El acontecimiento de la conciencia-máquina como CUERPO-PERSONA (H.T. Engelhardt) podría surgir en los márgenes del dominio programador de las ciencias, procedente de una suerte de Afuera genético-epistémico —y no me refiero aquí sólo a la genética como ciencia, como ingeniería genética.
Dicho "afuera" generador no estaría plenamente compuesto, sería PARCIALMENTE extraño, transversal o paralógico (Lyotard) con respecto a las figuras epistémicas establecidas en el territorio canónico de las neurociencias (neurolingüística, neurociencia cognitiva...), la psicología, el psicoanálisis, la informática, la nanotecnología (húmeda y seca), la robótica, la ingeniería de Inteligencia Artificial...
Sin dudas, el Homo sapiens como especie se encuentra inmerso actualmente en un proceso acelerado de cyborgización. Esta "contaminación tecnológico-artificializante" (Derrida), la interacción (im)predecible hombre-sociedad-tecnociencias, ¿podría convertir la emergencia de CONCIENCIA ARTIFICIAL en una muy próxima realidad, técnicamente construida en laboratorios de investigación como los de la IBM, por ejemplo?
Al margen de bromas y de humor delirante —en la medida en que ello resulta posible dado el arduo y estimulante contexto—, nos preguntamos: ¿y si ya somos cyborgs y no lo sabemos? Las evidencias más recientes parecen dar una respuesta afirmativa a este interrogante crucial.
Me refiero aquí a los efectos corporales del cibermundo actual sobre el Homo sapiens y a una aceleración de las líneas de fuga de las investigaciones entendidas como innovación radical, como paralogía (Lyotard), como cortes epistémicos (Althusser, Lacan) y cambios imprevistos de paradigma (Kuhn).
Dicha aceleración podría conducir, en relación con el territorio de la Teoría de la Complejidad (Morin), a lo que Jacques Lacan denomina "falla epistemo-somática", entendida como impacto de lo simbólico sobre el cuerpo. Lacan entendía que aquello considerado como algo meramente simbólico, de hecho incide, marca y labra en cierto real, en el espesor mismo del cuerpo, pero también en la relación del investigador con su objeto, y genera, en consecuencia, "flujos corporales-heurísticos y tecnológicos imprevisibles".
El efecto de dicha imprevisibilidad de flujos moleculares (Deleuze) ¿no sería la creación de un cuerpo complejo epistémico-terapéutico-iatrogénico (Ivan Illich) propicio para la emergencia de lo insólito del acontecimiento, pero también del accidente en su dimensión letal (P. Virilio, J. Baudrillard)? Problema tecno-científico, bioético, filosófico...
Al formular esta pregunta del modo en que lo estamos haciendo, participamos de una complicatio paradojal que consistiría en pretender anticipar abstractamente lo inanticipable: la Emergencia de Conciencia Artificial en un posible Homo ciberneticus del Siglo XXI, y la previsión de los riesgos radicales que dicho evento comportaría.
Ya Lucrecio sabía, en la estela de cierto pensamiento griego, que los procesos de artificialización operan en la misma Physis. El Homo sapiens, instancia de artificialización por excelencia, constituye la emergencia de una Naturaleza que, como podemos vislumbrar al estudiar el pensamiento griego y su repercusión tardía en la Escolástica, implica un deslinde entre Natura naturans y Natura naturata... Es decir: un deslinde "puramente" artificial...
© Armando Almánzar Botello
Santo Domingo, República Dominicana
En ese sentido, la libertad se juega en el ámbito de lo que resulta no-calculable para un determinado marco de referencia. Para lo que se constituye en imprevisible, en no programable, en algo histórica o transhistóricamente impredecible desde el punto de vista de ciertos bordes o pretiles de seguridad epistemológicos.
Lo mecánico, como algo sujeto al determinismo, a lo ya calculable y agotado completamente por el dominio programador, sería un simple subconjunto de esa dimensión de la libertad definida en su tensión singular con lo maquinal abierto.
El acontecimiento de la conciencia-máquina como CUERPO-PERSONA (H.T. Engelhardt) podría surgir en los márgenes del dominio programador de las ciencias, procedente de una suerte de Afuera genético-epistémico —y no me refiero aquí sólo a la genética como ciencia, como ingeniería genética.
Dicho "afuera" generador no estaría plenamente compuesto, sería PARCIALMENTE extraño, transversal o paralógico (Lyotard) con respecto a las figuras epistémicas establecidas en el territorio canónico de las neurociencias (neurolingüística, neurociencia cognitiva...), la psicología, el psicoanálisis, la informática, la nanotecnología (húmeda y seca), la robótica, la ingeniería de Inteligencia Artificial...
Sin dudas, el Homo sapiens como especie se encuentra inmerso actualmente en un proceso acelerado de cyborgización. Esta "contaminación tecnológico-artificializante" (Derrida), la interacción (im)predecible hombre-sociedad-tecnociencias, ¿podría convertir la emergencia de CONCIENCIA ARTIFICIAL en una muy próxima realidad, técnicamente construida en laboratorios de investigación como los de la IBM, por ejemplo?
Al margen de bromas y de humor delirante —en la medida en que ello resulta posible dado el arduo y estimulante contexto—, nos preguntamos: ¿y si ya somos cyborgs y no lo sabemos? Las evidencias más recientes parecen dar una respuesta afirmativa a este interrogante crucial.
Me refiero aquí a los efectos corporales del cibermundo actual sobre el Homo sapiens y a una aceleración de las líneas de fuga de las investigaciones entendidas como innovación radical, como paralogía (Lyotard), como cortes epistémicos (Althusser, Lacan) y cambios imprevistos de paradigma (Kuhn).
Dicha aceleración podría conducir, en relación con el territorio de la Teoría de la Complejidad (Morin), a lo que Jacques Lacan denomina "falla epistemo-somática", entendida como impacto de lo simbólico sobre el cuerpo. Lacan entendía que aquello considerado como algo meramente simbólico, de hecho incide, marca y labra en cierto real, en el espesor mismo del cuerpo, pero también en la relación del investigador con su objeto, y genera, en consecuencia, "flujos corporales-heurísticos y tecnológicos imprevisibles".
El efecto de dicha imprevisibilidad de flujos moleculares (Deleuze) ¿no sería la creación de un cuerpo complejo epistémico-terapéutico-iatrogénico (Ivan Illich) propicio para la emergencia de lo insólito del acontecimiento, pero también del accidente en su dimensión letal (P. Virilio, J. Baudrillard)? Problema tecno-científico, bioético, filosófico...
Al formular esta pregunta del modo en que lo estamos haciendo, participamos de una complicatio paradojal que consistiría en pretender anticipar abstractamente lo inanticipable: la Emergencia de Conciencia Artificial en un posible Homo ciberneticus del Siglo XXI, y la previsión de los riesgos radicales que dicho evento comportaría.
Ya Lucrecio sabía, en la estela de cierto pensamiento griego, que los procesos de artificialización operan en la misma Physis. El Homo sapiens, instancia de artificialización por excelencia, constituye la emergencia de una Naturaleza que, como podemos vislumbrar al estudiar el pensamiento griego y su repercusión tardía en la Escolástica, implica un deslinde entre Natura naturans y Natura naturata... Es decir: un deslinde "puramente" artificial...
© Armando Almánzar Botello
Santo Domingo, República Dominicana
1 comentario:
Siempre me ha parecido fascinante el tema de la conciencia, la mente humana, cómo es que percibimos e interpretamos el mundo en el que vivimos. Si no fuera por ese lenguaje articulado, como dices en tu texto tan interesante, cómo podría manifestarse y desarrollarse esa interacción que mencionas entre el resto del cuerpo, la historia de cada sujeto en situación y contexto, la conciencia auto-reflexiva, la inteligencia computacional, las emociones y el pensamiento complejo? Me llamó mucho la atención también el concepto de ‘conciencia artificial’ y me llena de asombro imaginar la posibilidad del surgimiento de un Homos ciberneticus como lo llamas. Disfruté profundamente leyendo tu artículo, Armando. Tus palabras dejan un trazo luminoso que invita a profundizar en este tema, en mi humilde opinión, fundamental para el avance de toda la humanidad. Un beso ♥ ∞…
Publicar un comentario