viernes, 12 de octubre de 2012

Divagaciones en torno a la caída en el cuerpo.


"Dicho es mal dicho. Cuando quiera que dicho dicho dicho mal dicho. Desde ahora dicho sin más. Fuera desde ahora ora dicho y ora mal dicho. Desde ahora dicho sin más. Dicho por mal dicho. Por sea mal dicho.
Samuel Beckett. Rumbo a peor

"El maldicho [médit] instalado en su reputado ocre: «No existe grado de lo mediocre a lo peor»
Jacques Lacan. Televisión

"Al caer he conquistado el cielo puro de la inmanencia."
A. Almánzar Botello. Legión en noche oscura

"Humpty Dumpty" (homenaje a Lewis Carroll) por  Kimber Fiebiger 



Por Armando Almánzar-Botello  

                                                               
                                                            A Samuel Beckett, In memoriam

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Cuando alguien dice: El hombre se expresa o se cae "con o de" su cuerpo, está diciendo en efecto: El hombre se expresa o se cae "con o de" la carne, entendida ésta en su carácter meramente físico, biológico, anatomo-fisiológico y convencional.

Cuando alguien dice: El hombre se expresa o se cae "desde" su cuerpo, la construcción gramatical "anómala" (el usar la preposición “desde” -que expresa el punto de partida espacial o temporal de un objeto, proceso y/o acontecimiento-, en lugar de la preposición “de”) pone en juego un registro abisal, vectorial e intensivo del cuerpo, de la caída y de la expresión corpórea, que apunta, en lo real, "con intensidades puras y fuerzas en devenir", al espesor "espectral" de una corporalidad, digamos metamórfica, que no es equivalente a la "carne homeostática", convencionalmente 'objetiva', bio-física, orgánico-apolínea.

En ese sentido, alguien puede empezar a caer y/o danzar, carrolliana, lacaniana, artaudiana o deleuzianamente, no sólo “desde los propios pies” sino desde las rodillas, desde la cintura, desde la vulva, desde el tronco, desde el ano, desde la boca, desde la cabeza, desde el pene, desde el corazón...

Caer, entonces, no es ya un mero accidente: deviene, ahora, en "acontecimiento-sentido" contra-efectuado en el campo de la pura inmanencia. 

Seguimos aquí al Gilles Deleuze de "Lógica del sentido" (Lewis Carroll y la caída del huevo Humpty Dumpty) y, además, al de "Lógica de la sensación", libro éste de reflexión filosófica y estética sobre la pintura de Francis Bacon y su estrategia plástica deformante, figural y anti-representativa.


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Por otra parte, Pablo Neruda dixit, en su poema Sólo la muerte, refiriéndose a la caída radical que es el morir: ...Como un naufragio hacia adentro nos morimos,/como ahogarnos en el corazón,/ como irnos cayendo desde la piel al alma...

"Caerse de sus (propios) pies", es un sintagma oral –frecuentemente utilizado en el habla coloquial hispanoamericana– que no es por completo lógico (el lenguaje tampoco lo es en su totalidad) pero que comunica perfectamente la idea de caída accidental de un cuerpo sobre su propio plano de sustentación. Lógicamente caemos “desde” lo alto, no "desde" el piso como plano de soporte. Por eso hay animales –los llamados rastreros– que habitualmente, en sentido estricto, no pueden caer… O por lo menos eso saben ellos hasta que encuentran las condiciones propicias para su caída, generalmente creadas por otro animal…

Evidentemente nadie se cae, en la realidad convencional, de los pies del otro. Pero cuando utilizamos como matriz o modelo este "sintagma oral cristalizado" y hablamos de: la "caída desde sus propios pies", pretendemos aludir al hecho de un precipitarse desde el cuerpo-organismo, anatómico, físico, material, hasta o hacia una región intensiva, abisal, inmanente, en la que ya está en juego otro tipo de cuerpo: el Cuerpo fenomenológico vivido y/o el  Cuerpo sin Órganos  de Artaud-Deleuze. Este último cuerpo debe ser entendido como juego de fuerzas y tensiones a lo interno del cuerpo convencional y que, paradójica y simultáneamente, lo desborda y constituye como organismo.


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El Cuerpo sin Órganos (CsO) es la potencia del Cuerpo Intensivo que encuentra en el huevo, concebido desde el punto de vista de la embriología post-fenomenológica deleuziana, el campo de gradientes, vectores, tensiones, umbrales, en el que se operan devenires-cuerpos. La relación problemática entre organismo, lenguaje, objeto metonímico y cuerpo intensivo y/o libidinal, encuentra también, en el psicoanálisis de Jacques Lacan, una ejemplificación topológica en las figuras de la Banda de Moebius, el Cross-cap y la Botella de Klein, con su continuidad, complicación o torsión entre el adentro y el afuera.

El Cuerpo Intensivo no es más que el  Cuerpo sin Órganos  entendido como campo descentrado de manifestación de una única onda o sensación que recorre la multiplicidad de registros o dominios sensoriales y se expresa en ellos de una forma plural. La fenomenología habla, diferenciadamente, de un "desorden de los sentidos" basado en una mezcla de dominios sensoriales distintos, pero totalizados al final del proceso en una unidad sinestésica de las sensaciones.

La concepción del cuerpo sin órganos, niega esta presunta unidad de base fenomenológica del cuerpo vivido, tal como lo concibe un Merleau-Ponty, y afirma una única sensación problemática, atópica, que se resiste a la metafísica de la presencia y se manifiesta, como hemos dicho, en los diferentes registros sensoriales.


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"Caer desde sus propios pies", expresa o significa entonces precipitarse desde el fundamento propio del cuerpo físico –los pies– hacia o hasta el cuerpo intensivo o cuerpo-pensamiento, cuerpo pasional o cuerpo de la sensación como aisthesis o sensación estética.

"Caer desde sus propios pies", es un viaje intensivo hacia los abismos de la carne, "desde" los "propios" pies. Viaje ontológico deleuziano, kantiano, en pura intensidad. 

Me caí desde mis "propios" pies -hacia el abismo de lo (im)propio: el Cuerpo sin  Órganos (CsO) en el que se descubre una superficie incorporal que testimonia dos cosas, por lo menos: la subida de la profundidad, y/o la caída de la altura sobre la superficie de... ¡la piel!

En verdad, "no hay nada más profundo que la piel" como decía el poeta Valéry... 

Por otra parte, la dimensión mística de La Caída de Satán o de Adán, puede encontrar en este enfoque post-fenomenológico deleuziano -sin que se niegue por ello lo teológico y lo cabalístico-, una vía interesante de aproximación exegética y hermenéutica.

¡Caer hacia arriba! Conquistar el cielo de la inmanencia en el acto mismo de caer. "Sólo en la caída se cumplen las presencias", nos dice con agudeza un poeta. 


Esto acontece así, porque fenomenológicamente todo incremento de fuerza, de tensión, se experimenta como una caída (Kant, Deleuze, Lacan).


"La caída es lo más vivo que hay en la sensación, aquello en lo que la sensación [como la pulsión de muerte] se experimenta como viviente. De manera que la caída intensiva puede coincidir con un descenso espacial, pero también con un ascenso" (Deleuze. Lógica de la sensación. Editorial Arena. 2002. Página 85).

La caída y la pulsión de muerte son el devenir activo de las fuerzas y las pulsiones. En este sentido inmanente, intensivo, toda caída es satánica y transformativa, porque hace subir el acontecimiento del Otro, porque hace devenir Otro al Mismo... 

De lo precipitadamente dicho podemos inferir, que la Voluntad de Poder (Nietzsche) descubre belleza y arte allí donde otros más débiles o empobrecidos -sensorial, cognitiva, ética y estéticamente-, sólo ven simple dolor o fealdad: la trivial o peligrosa evidencia de la magulladura...



© Armando Almánzar Botello
Santo Domingo R.D.
5 de mayo de 2010







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