miércoles, 1 de mayo de 2013

La hormiga-león o la travesía de un grafema.


“Armando Almánzar Botello: Una nueva estrella en el cielo literario dominicano. Luis Alfredo Torres. Revista Ámbito Cultural, Santo Domingo, R. D. 1978.

"Matrisola
                 matriola
Olamina olasica lalilá
Isonauta
Olandera uruaro
Ia ia campanuso compasedo
Tralalá
"


Vicente Huidobro. Altazor (Fragmento del Canto VII). 


                                   



La hormiga-león
o la travesía de un grafema

1

Para empezar,
ni metrallas ni banderas.

Sólo digo la vía ferroviaria,
el motor, la vulva, la palabra,
los ignotos oníricos proyectos
—metálica escritura del tren

y un grafema tachado y turbulento.

Explosivo y laberíntico,
dispuesto a manchar su pureza solitaria triturando la blancura
absorta de los huesos,
desgarrándote caminos por la página que sangra:

por la carne enrarecida de silencios
como lenguas mutiladas que volaran del olvido.

Dedicado a derribar sus clausuras
hacia el espacio exacto de la ira,
hacia las trenzas en tu espalda
                                                 sublevadas
contra los lápices y espejos que intentan descifrarlas.

2

Pero hay un solo teorema
de luz irresoluta:
mi propio espacio en llamarada.

Una sola trenza es el enigma:
Mi escritura cargada de tridentes
y de brújulas.

3

Espacio escritural de mi oscura
luz irresoluta,
                      que bifurcas como río desdoblado
la mítica unidad de mi palabra:
                                                   ¡a ti te canto!

Nuevos mestizajes de Las Islas.
Cópulas disyuntas: ¡Archipiélagos!
Rumores polifónicos del viento.
La voz sin autor ya nada representa.

¡ZAKA, TASSÁN RAKLA,
EDMÓKIM, EDSUSJE!

UIO-AEA-UIAU-OUUUUAAA-IEA

¡UAOUAOUAOUAOUAOUAOUAO!

¡Huidobro  Huidobro  Huidobro!

 4

Ya no lanzo mi palabra como amaba,
hacia espaldas agredidas
de obreros harapientos,

que distantes del pan y de la risa
transitan cabizbajos por los parques taciturnos,
por ingenuos espejos tipográficos que pretenden redimirlos.

Yo le canto a mi palabra funeraria y pervertida;
a sus dientes coprofágicos que trituran
los encierros;
                        a las hachas sanguinarias
que desbrozan
la zona de emergencia que señala lo posible…

¡A-E-I-O-U     U-O-I-E-A      A-E-I-O-U!
¡UIO-AEA-UIAU-OUUUUAAA-IEA!

¡UAO-UAO-UAO-UAO-UAO-UAO-UAO!

¡Huidobro  Huidobro  Huidobro!

Me disperso en el espacio sin fronteras.
Sólo hablo de mi muerte y la de todos.
                                           
                                                             Sin fetiches ni banderas,
tan sólo de su nada se sostiene la pureza incandescente de mi canto.

5

Libertaria escritura que me tejes
y deshaces,
                  ¡tú no temas desnudarte!

Y rajándote lúbrica en el vientre
invitarme a tu origen y a tus vísceras:

a la zona de olvido en la que naces
enemiga de sustancias y de fines;

al sinfondo real de lo imposible,
hermético abismo de fonemas

—fetales gruñidos de la chora
donde el logos y el mito se besan confundidos.

Y en su rito laberíntico
                                       de huellas,
por el agua especular ya desdoblados,
eróticos se palpan y se muerden,

de nuevo balbuceando se entrelazan,
narran cuerpos copulando          cantan ríos…

“Falo el pensar y vulva la palabra”.

Alza un vuelo el pensamiento desde el fondo innominable
hacia los labios refulgentes.

Lo profundo y lo celeste
                                        devienen superficies…
y el silencio se despierta en el espejo de una letra.

6

La clave que me escribe y me genera,
—luz remota de la música y el llanto—,
es la letra planíptera-explosiva que vuela por el texto ya rugiente.

Confundida con el grama lo desliza,
espaciándolo hacia dentro
                                           y hacia fuera,
desgarrando en el Afuera los Adentros,

conduciendo a este pozo de escrituras
—agua padre como espejo sin azogue— que
desnombra tu semblante sin saberlo.

7

Para sangrar mi voz poligonal y abierta
—irisada de puños y de dientes
y arrojarme sin nombre hacia mi carne,

al infierno de redes y de cruces y fusiles y censuras circulares,
donde reina tan sólo la prosodia del miedo servil y los cuarteles,
los mercados y burdeles tenebrosos
                                                          de la Patria:

Aduce con sadismo sus artritis mi escritura,
me calcina con su lágrima alfabética silente…



                                                           
                                                A la memoria de los amigos poetas
                                                Luis Alfredo Torres, Oscar Gil Díaz y
                                                Carlos Gómez Doorly.



Santo Domingo
8 de Mayo de 1979.


© Armando Almánzar-Botello
Santo Domingo, República Dominicana.


NOTA:

La primera versión de La Hormiga-León o la travesía de un grafema (1977) fue publicada en 1978 en la revista Ámbito Cultural, dirigida por el poeta Luis Alfredo Torres.

La variante que ahora ofrecemos de dicho poema, que figura en “Cazador de Agua y otros textos mutantes (Antología Poética 1977-2002)”, Editora Nacional, Santo Domingo, R.D. 2003, corresponde a la segunda versión del texto elaborada en 1979 y resultante de un afinamiento de mis vivencias y lecturas literarias, filosóficas, psicoanalíticas y semióticasLa versión publicada en Ámbito Cultural, como hemos dicho, es de 1977 y ofrece, con respecto a esta última de 1979, algunas diferencias significativas. No es un poema de gran calidad, como hubiese deseado la ambición de mi delirio (son notables sus múltiples defectos: tendría yo unos 22 o 23 años cuando lo escribí, y no era precisamente un Rimbaud), pero marcó, así lo entiendo, una relativa ruptura con cierto hacer poético propio de los años setenta en la República Dominicana.


Noviembre de 2011


Armando Almánzar-Botello. 
Santo Domingo, República Dominicana

ADENDA:



EL MIRMECOLEÓN
«Un animal inconcebible es el Mirmecoleón, definido así por Flaubert: "León por delante, hormiga por detrás, y con las pudendas al revés". La historia de este monstruo es curiosa. En las Escrituras (Job, IV, 11) se lee: "El viejo león perece por falta de presa". El texto hebreo trae "Iayish" por "león"; esta palabra anómala parecía exigir una traducción que también fuese anómala; los Setenta recordaron un león arábigo que Eliano y Estrabón llaman "myrmex" y forjaron la palabra "mirmecoleón". Al cabo de unos siglos, esta derivación se perdió. Myrmex, en griego, vale por "hormiga"; de las palabras enigmáticas "El león-hormiga perece por falta de presa" salió una fantasía que los bestiarios medievales multiplicaron: "El fisiólogo trata del león-hormiga; el padre tiene forma de león, la madre de hormiga; el padre se alimenta de carne, y la madre de hierbas. Y éstos engendran el león-hormiga, que es mezcla de los dos y que se parece a los dos porque la parte delantera es de león, la trasera de hormiga. Así conformado, no puede comer carne, como el padre, ni hierbas, como la madre; por consiguiente, muere.»

JORGE LUIS BORGES. El libro de los seres imaginarios.




ENLACE RELACIONADO: BLOG CAZADOR DE AGUA:
http://tambordegriot.blogspot.com/2012/06/mirmecoleon-no-es-la-vida-un-spot.html







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