martes, 3 de septiembre de 2013

EN SU DOMINIO


«(...) Francis Bacon, vuelve. Slaughterhouse’s Crucifixion’, instaura un nuevo código discursivo que hace de su dicción un entramado de sólidas arquitecturas verbales e insólitos hallazgos expresivos (...)». Alexis Gómez-Rosa.

«(...) Almánzar Botello es un poeta que destella oscuridades. Podría decir que sus sombras son en verdad la parte luminosa de su obra (...) En el poema titulado “En su Dominio”, para ser leído, según Almánzar Botello, “imitando la oralidad declamatoria de Jorge Luis Borges”, una de las mejores piezas del libro, hay un aterrizaje hacia lo cotidiano. (...) Daliniano a veces, rodeado, sí, de espejos que se derriten, el poeta reseña la amargura de la muerte frente al lavabo, o bien, el florilegio de voces cristalinas de niños muy distantes, acompañando la muerte. El contraste es uno de los elementos claves en este libro de Almánzar Botello, libro en el cual la realidad es casi un olvido rescatable (...)» Marcio Veloz Maggiolo.

                                        

Por Armando Almánzar Botello


Al poeta Alexis Gómez Rosa,
voracidad celeste con la que busco
yo también mi verdad en los espejos.

(Para ser leído imitando la oralidad declamatoria de Jorge Luis Borges)




Busca el poeta mujer en los espejos.
Una estricta mujer que le repita: en
la línea estás, Recio Machín y lo secunde,
sin rubor en su obscena y lúdica bachata.

Que le diga: olvida papi al fin el Mito
del Origen, poema doloroso, sí, pero caduco—,

y le ponga en el olfato resplandor de costillitas,
cocido, hígado, filetes / 
                                       bofes, guisos y chorizos,
negra en puya retorcida en creole y papiamento.

Y en los platos apagados, misteriosos, ausentes,
luego de la cena clausure ¡esa mujer!, como dijo
en su salsa Rubén Bladesun barroco y barrial reguetón
de blatodeos…

Porque habrá esposa esclava que lave en palanganas,
en el agua lustral de los olvidos,

bajo luces podridas de bombillas taciturnas

el rostro grasiento y desierto de los días...

Pero sí, poeta, en verdad a usted ya no lo quieren.
Quizás, poeta, en verdad a nosotros jamás nos han querido,

las mujeres y Platón, digo— o eso supongo, en mis noches de
tinieblas caviladas…

En largos años de dolor restaurado mi admirado silencio 
                                                                                        ha conocido
su hermosa palabra derrotada:

Unas veces conyugal y costumbrista,
otras veces promiscua y afilada,
resplandores de un fuego desatado por un tigre sinfónico que gruñe
deglutiendo solitario su vacuno con mangú cosmopolita y vino tinto.
Escuchando, vacilando, sin ron, con ron y sin 
son-rojo, 
               a su Toña la Negra
                                               y su Agustín celeste...

¿Sólo cenizas hallarás en el olvido? ¿O en los ombligos?
¿Polvo serás de Veracruz, mas polvo enamorado? ¿O malgastado?

¡Oh amigo de la vieja infancia porque eres amigo de la vida!
Trovador Codina de la Patria Grande: el poema. Allí te multiplicas en
mil seres, cual Proteo.

Uno y diverso cantor de las Antillas. Verso y pasión globalizados.
Amor cortés por  Internet  y printer.
                                                        Dominacanyork  nómada y gandido. 
               Piedra rodante que golpea cielos.
Ontológico varón de pecho ardido. Maníaco pulcro deshojándole
su vulva coliflor a la escritura. 
                                                  Creador violento y aguerrido.

Multicultural scholar, tú aclimatas
para el mundo postmoderno y su mercado,
maquillado y étnico tu verso.

Yo, un poeta menor, hijo de Higüey, no de Manhattan,
como en parte lo eres tú... ¡gigante de boscosa barba!
hoy te advierto, 
                        en estos versos con olor a décimas,
en tu lúcido satori de bachata iluminado:

que quien a longaniza frita mata,
a longaniza inclemente morirá...
                                                    en el poema.

¡Y sangre aquí el fulgor de tu epitafio!

¡Pero no! ¡Jo! ¡Que haya comercio entre nosotros!
¡Oh gastrónomo violento y aguerrido!

Patafísico varón de voz aflautada, si las flautas son espadas.
Cantarina voz, gentil y mexicana,
estentórea y brutal cuando te enfadas: enfado prodigioso
de trueno y de cascada.

¡Oh histriónico gourmet amanerado
con los bruscos modales de tu genio!

Tuya es la eternidad, el Callejón de los Milagros,
donde huele la inconsciencia su tesoro:
transmutante bienestar en la fritura,
y tus mágicos poemas que abren surcos en la vida.

Perdóname el mal gusto, mas yo pago la propina.

Gargantúa y Pantagruel son tu comparsa en tu exceso gastrosófico
                 y pagano.
La Serpiente Prominente mordiéndose la cola: el Ouroboros

pauta tu Eterno Retorno a ritmo de bachata.

¡Musulmán, otro crustáceo!

Es tu firme voluntad culinaria la que afirma
la luenga longaniza 
                                “que se curva,
avanza, retrocede, da un rodeo
y llega siempre”.

¡Buen apetito!
¡Gracias, camarero, cien mil gracias!


Agosto de 2006.

Tomado del libro:
Francis Bacon vuelve. Slaughterhouse’s crucifixion.
Santo Domingo, República Dominica,
Editorial Ángeles de Fierro, 2007, páginas 24-26



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